24: A toda vela

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— ¡Señora Yang! — Un tritón salió del agua de Lemuria, cambiando con dificultad su cola por piernas, arrastrándose apresurado hacia la mujer

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— ¡Señora Yang! — Un tritón salió del agua de Lemuria, cambiando con dificultad su cola por piernas, arrastrándose apresurado hacia la mujer. — Unos humanos en Taitung están planeando quemar el barco de su hijo ¡Esta noche!

La mujer tomó al tritón por los hombros, tratando de calmarlo, ayudándolo a respirar.

— Calma Yeosang ¿Qué has escuchado?

— Unos hombres con armaduras hablaban en el mercado sobre su plan, quieren obligar a los piratas a salir quemando su barco, para que no tengan como escapar y recuperar a su príncipe, están reuniendo explosivos para esta noche... — El chico respiraba con dificultad, había nadado más rápido que nunca para avisar a la amable mujer que siempre le contaba historias sobre el mundo de los humanos.

Yeosang, a diferencia del resto de habitantes de Lemuria, estaba embelesado por la tierra firme, le gustaba camuflarse y caminar entre los humanos como uno más de ellos. La única sirena que vivía en la zona seca de Lemuria lo había aceptado como su alumno, enseñándole la historia y las lenguas de los humanos, Yeosang era también el único habitante de Lemuria que sabía de la presencia de los humanos en su ciudad.

— Tenemos que marcharnos ya, no podemos dejar que los soldados de mi padre vuelen el Levanter por los aires. — Jisung se levantó corriendo, no sabía lo que debía hacer, pero no podía mantener la calma sabiendo que querían hacer explotar el hogar de sus amigos.

— Mamá... Volveré a verte, ya se llegar aquí, no tengo que esperar a que todo Lemuria me acepte ¿Cierto? — Jeongin sintió las suaves caricias de su madre en el cabello y sus ojos se nublaron de lágrimas, solo habían pasado dos días después de casi tres años sin saber nada de su madre, había sido una visita demasiado corta, y aún que sabía que volvería a verla, la despedida no era menos difícil.

— Está bien panecillo... Te estaré esperando, no perdáis el tiempo. — Xia abrazó con fuerza a su hijo, tratando de aguantar las lágrimas y mantenerse tranquila para no alterarlo más. Se separó secando sus lágrimas, el resto de la tripulación lo esperaba, la mujer besó una última vez la frente de Jeongin. — Nos vemos pronto...

Jeongin asintió marchándose corriendo para alcanzar a los otros. Sintiendo el insoportable dolor en sus piernas, se transformó en tritón lanzándose fuera de la burbuja de aire de la zona seca de Lemuria, Félix lo seguía de cerca cuidando del resto de sus amigos humanos.

Tardaron pocos minutos en llegar a la costa, Jeongin se arrastraba sobre la arena, tragándose el dolor en sus piernas. Hyunjin salió corriendo de la burbuja de Felix, incluso antes de que estuvieran totalmente fuera del agua. Levantó a Jeongin, notando como había perdido la fuerza en las piernas.

— Duele mucho...

— No te preocupes Innie, te tengo — Hyunjin lo levantó, subiéndolo a su espalda. Con Jeongin sujeto a su cuello, subir las cuerdas hasta la cubierta se volvió una tarea complicada, le ardían las manos, el roce de la cuerda y el peso extra le estaban quemando las manos, pero trató de ignorarlo, ya le pediría una pomada a Félix cuando salieran de esa.

La Princesa Y El Gato De MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora