— Taparos los oídos. — Jeongin se levantó del suelo, caminando hasta las rejas, miró a la celda de al lado, los soldados lo miraban con curiosidad. — Vosotros también idiotas.
Los guardias que cuidaban las celdas se pusieron en guardia, apretando sus armas, Jeongin sonrió, eso no les iba a servir de mucho.
En el salón no pudo usar aquello, estaba agotado y había demasiada gente, hubiera acabado en una tragedia. Pero en las mazmorras, a media noche, tan solo con cuatro hombres cuidando sus celdas y con las energías recargadas, iba a ser pan comido.
Se aclaró la garganta bajo la atenta mirada de los guardias, agarrándose con fuerza a los barrotes de su celda.
— Hey vosotros — Dijo Jeongin captando toda la atención de los hombres. — ¿Queréis escuchar una canción? — Antes de que pudieran apuntar sus espadas hacia él, Jeongin comenzó a entonar una melodía. El estruendo metálico de las armas cayendo al suelo retumbó en las paredes de la prisión, seguido del golpe seco de los cuerpos inconscientes de los guardias, que habían caído dormidos al suelo.
— Lix. — Llamó el tritón a su amigo dándose la vuelta. — Dijiste que tenías una forma pequeñita ¿Puedes traernos las llaves? — El australiano vio feliz a los guardias roncando en el suelo y sin esperar un segundo tomó su forma en miniatura para cruzar las rejas y robarle las llaves a uno de ellos
— ¿¡Jeongin!?
— Cierto... Jae, creo que hay algo que deberías saber, pero te lo explico fuera, no tenemos tiempo que perder ¿Venís?
— Supongo — Los cuatro soldados salieron tras los piratas cuando el capitán de la tripulación les abrió la puerta con el pequeño dragón azul enroscado sobre sus hombros.
Aquellos cuatro hombres ya eran traidores del rey, escapar junto a los piratas, amigos del príncipe al que habían jurado lealtad no sonaba como una locura, y parecía mejor opción que quedarse entre rejas.
— Por aquí hay un pasadizo, debería llevarnos a la loma de la colina, seguidme. — Jaehyun lideraba el pequeño grupo de escape. A pesar de lo que había pasado en Tailandia, Jeongin les había pedido que confiaran en esos soldados y la tripulación, poniendo toda su confianza en el tritón, lo seguían sin cuestionar
Pocos minutos después, encontraron otra puerta de metal, esta se abrió sin problema, dando paso al bosque. Hacía más de un mes que los soldados no venían el cielo y los tres chicos parecían maravillados con el manto de estrellas sobre sus cabezas.
— No hay tiempo que perder, tenemos que volver a la costa y marcharnos antes de que alguien se de cuenta de que no estamos. — Chan llamó la atención de los soldados y todos juntos, guiados por el capitán pirata, comenzaron su huída por la colina.
— Tarde, ya me he dado cuenta. — Minho reconoció la voz del padre de Jisung y cuando levantó la cabeza, lo vio en su balcón, con los brazos cruzados sobre su bata de terciopelo y una mirada de condescendencia en los ojos.
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La Princesa Y El Gato De Mar
FanfictionJisung no se sentía querido, sentía su vida perder el sentido por momentos, encerrado en esa jaula de oro en la que siempre había vivido. Para un pequeño grupo de piratas que por casualidad se enteraron del problema del príncipe, la solución se veía...