— Señora ¿Puede ponerse de pié? — Aquella mujer de cabello canoso no se había movido un centímetro de su lugar en todo ese rato, Minho comenzó a temer que después de muchos años atada al suelo, las piernas de la mujer hubieran dejado de funcionar.
La señora levantó el brazo para tomar su mano, tratando de hacer fuerza para levantarse. Minho notó que estaba en los huesos y que su piel estaba pálida, casi translúcida bajo la luz tenue de las antorchas, y sus ojos, hundidos y apagados, apenas parecían percibir su presencia, mirando hacia algún punto a sus espaldas, se había quedado ciega después de tanto tiempo encerrada en la oscuridad.
El chico se agachó, levantándola en brazos, dispuesto a cargar con ella hasta sacarla de aquel infierno. Arrugó el gesto al notar que la mujer no pesaba nada. Sin un músculo en el cuerpo, sin poder caminar, ni ver, la mujer dependía completamente de él.
Las manos huesudas de la señora se posaron sobre sus mejillas, su piel estaba fría como el hielo, pero sus caricias se sentían cálidas, así que el pirata dejó que hiciera lo que quisiera mientras salía por el tunel con ella en brazos y el pequeño niño sin alas corriendo tras él como un cachorrillo.
— Conocí a tu madre... Tienes su misma magia, la reconocería en cualquier lugar con los ojos vendados. — Minho paró de andar repentinamente en medio del túnel, y el niño sin darse cuenta, se chocó contra sus piernas.
— Ni siquiera conozco a mi madre, me abandonó en un barco. — Murmuró él temblando, repitiendo en bucle aquello que había asumido después de los años, que su madre lo había abandonado.
— No... No te abandonó, se la llevaron, estuvo aquí muchos años hasta que murió haciendo un mandado del rey. — La señora hablaba con una voz suave, cargada del cariño que parecía tenerle a la mujer que le había dado la vida. — Llegó mucho antes que yo, por aquel entonces yo solo era una joven asustada, y su sonrisa y la luz de su carácter me mantuvieron con vida, la quise como a una hermana.
Minho notó como las lágrimas comenzaban de nuevo a nublar su vista, trataba de retenerlas pero fue imposible y en cuanto pestañeó, un sinfin de pequeñas gotas cayeron en el regazo de la señora.
— Entonces usted es como mi tia... — El pirata la vio sonreír mientras acariciaba con dulzura su mejilla con el pulgar, y asintió. Minho abrazó el frágil cuerpo de aquella mujer, sintiendo por primera vez en su vida que era alguien.
Había tenido una madre, una que no lo había abandonado, sino que lo había protegido con su vida, aquella señora y él mismo eran el legado de esa persona.
Llegaron afuera y el pequeño hadita corría en círculos y saltaba feliz, gritándole a Minho y a la mujer para que mirasen al cielo. La noche era clara y aun que las estrellas aun brillaban, el pirata notó el inicio del amanecer, una zona del cielo estaba ligeramente mas clara que el resto, debían apresurarse y llegar a palacio con Jisung antes de que amaneciera por completo, él tenía el poder suficiente para liberar a aquellas personas.
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La Princesa Y El Gato De Mar
FanficJisung no se sentía querido, sentía su vida perder el sentido por momentos, encerrado en esa jaula de oro en la que siempre había vivido. Para un pequeño grupo de piratas que por casualidad se enteraron del problema del príncipe, la solución se veía...