INTERRUPCIÓN

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No intentes entender al gato,

Solo deja que te guie.

A la mañana siguiente me encontraba en mi cama, observando mi techo, había logrado descansar, y las cuatro letras que yacían perfectamente dibujadas en mi techo me hicieron pensar. Le conté a mamá que habíamos tenido un avance según Rafael y que lo más probable es que las pesadillas disminuyan; se alegró tanto que me dejo subir a descansar sin cenar. La verdad es que no tenía apetito, y me sentía agotada, tanto que me quede dormida en el lobby del hotel, fue solo unos minutos hasta que unos turistas agitados llamaron mi atención, no de forma intencional claro.

Regresé al hotel a eso de las seis de la tarde, me senté un rato en el lobby a descansar, había un grupo de turistas charlando, lo que es normal, la mayoría se hacen amigos, pero llamo mi atención que uno de ellos estaba muy alterado intentando limpiar su rostro con un trapo bastante mojado.

—¿Ves? No se quita —se quejó mostrando su rostro húmedo, tenía un antifaz de girasoles. Bastante grande.

Yo digo que le queda, murmuro la voz de mi cabeza.

—Qué va, eso te lo has hecho tu —responde uno más joven que él y bastante parecido, seguro son hermanos.

—Si porque yo adoro las flores, es más, ¡si alguien necesita un girasol para su obra de teatro escolar! me ofrezco de voluntario.

—Yo te creo —les interrumpió una rubia de cabello corto—, esta mañana decidí decir su nombre y cuando intente salir del bosque no podía, pase por la misma roca una y otra vez hasta que me canse, así que me senté y ¡suacaboom! La roca ya no estaba y en su lugar solo había un charco.

—Tú te pierdes hasta en un baño —comento un hombre que venía con la mujer—, lo más seguro es que vio mal y siempre fue un charco, llovió ayer ¿recuerdan? Hay charcos por todos lados.

Me acomode un poco en el sofá y continúe observándolos, los cuatro discutían, dos aseguraban que los otros dos eran unos incrédulos y los otros dos se defendían asegurando que el problema era que ellos eran demasiado influenciables.

—¿Por qué no dices su nombre si no es mágico a ver? —cuestiono el hermano girasol.

El chico lo miro como si su hermano fuese un caso perdido. Entonces una morena se acercó a ellos y les conto su historia, hablaba de que ella tampoco creyó en nada de lo que sucedía en Pekloholle en un principio, revelo ser cazadora de mitos y que le intrigaba bastante los sucesos que decían se generaban en este lugar, me empezaba a dormir nuevamente cuando su historia me despertó por completo... no, ella no lo vio.

—Me encontraba escalando en una colina a la que llaman paseo al inframundo, pues inexplicablemente está en medio del bosque y se le puede ver desde cualquier pueblo, luego de una larga caminata puedes llegar a él, mi soga se rompió justo cuando llegue a la cima.

—Es la montaña que se alcanza a ver desde afuera ¿no? —pregunto el hermano girasol. Ella asintió.

No le llaman paseo al inframundo por ser el centro del bosque, le dicen así porque hay zonas calientes y a veces suelta un líquido similar a lava mientras le escalas, se dice que es similar porque no genera una quemadura tan grave, como si lo haría la real, por eso le llaman así, es todo un desafío escalarlo y suele hacer calor en casi todo el trayecto, un calor infernal.

—Es una montaña, pero aquí le llaman colina...en fin, la cosa es que creí que moriría, pero a mitad de camino... algo me atrapo...

—¿Qué cosa fue? —pregunto la rubia algo asustada.

Draco, el bosque bromista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora