RESPIRANDO CENIZAS Y POLVO.

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¿Por qué no te quedas?

Pudiste suavizar mi caída.

—¡Papi Yla dice que mi té sabe horrible!

—No es cierto, dije que no es té.

—¡Si es!

El recuerdo se desliza y danza frente a mí, siluetas de dos niñas pequeñas, una taza de té, y papá.

—¿Mamá les dio té?

Negué haciendo un puchero.

—¿Lo tomaste sin permiso?

Negué nuevamente, la verdad era que el sobre que encontré era un sobre de gelatina, pero Layla no tenía que beberlo, solo debía fingir que sí. Papá metió uno de sus dedos y lo probo.

—Gelatina de limón —musito con una bella sonrisa en el rostro.

—¿Ves? No es té —declaro Yla vencedora.

Puse mis ojos en blanco y la miré.

—Igual se ve bonito —le reñí.

—Pero no se puede toma-ar —replico.

Antes de que comenzáramos una discusión sin sentido papá nos cargó a ambas y nos puso de cabeza, para luego girar, saltar y fingir que nos dejaba caer, Layla y yo reíamos a carcajadas y gritábamos del susto al mismo tiempo.

Ahora la realidad es diferente, estoy aquí, bajo un cornijuelo; abundante en frutos azul-negro, que jamás comeré. Con un antiguo recuerdo, uno de los pocos que conservo de papá, uno que se llevó a cabo tan solo unas horas antes de... el sonido de un clic me distrae.

—Lo siento, no deseaba interrumpir tus pensamientos, pero te veías preciosa, jamás había visto a alguien lucir tan bien la tristeza.

—Eidan...

—Charlotte... ―ronronea de vuelta.

Sorbí por mi nariz y observé el suelo. Intentando que mi nombre en su boca no cambiara mi estado de ánimo.

—¿Qué haces aquí, tú no...?

—¿Bromeas? Es el cementerio más hermoso que he visto, aprovechan demasiado bien las estaciones, jamás había visto un jardín con tantas nacionalidades, hay árboles y flores de cada parte del mundo.

—No estoy tan segura, algunos no han logrado que se den...

—Es fantástico, tantas formas, colores, frutos, no me pude resistir. Frialdad en el paraíso.

Me quede callada y él tomo otra foto, no a mí, a un ave que bajo por una rama. Luego se sentó a mi lado. No dijimos mucho, nos dedicamos a observar el lugar. La verdad es que si es hermoso.

—¿Dónde enterraron a tu hermana? —pregunte, esperando no ser demasiado entrometida.

—No la enterramos, ni a ella ni a mamá ―bajo la vista a su pecho y tomo una cadena con dos dijes extraños, esperen... ¿su mamá?

—En mi familia, les creman, hacen una ceremonia, algo muy tradicional, y luego, a los miembros más cercanos de la familia, se les da un poco de sus cenizas, para que le conserven.

Su expresión se tornó tan triste, tan lúgubre que me disculpe. Había tocado un tema sensible.

―Mamá hizo este —me mostro un dije de un ovalo, a mi parecer hecho con resina, tenía una bella flor, una rosa que no había florecido aun, y algo de un gris claro bajo ella—, te presento a mi hermana, Keitha y a mamá. —el dije de la mamá, tenía una forma de gota, era plano, tenía muchos puntos grises y un árbol con hojas azules en el centro, he visto esos árboles aquí en el jardín...

Draco, el bosque bromista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora