No me di cuenta el momento en el que llegue al cementerio, supongo que hablar con papá podría hacerme sentir mejor, un minuto de silencio me ayudara a pensar con claridad, porque ¿Qué estoy haciendo? Me acerco antes a un grifo y lavo un poco la sangre que comienza a secarse en mi mano, saco algunas de las espinas que aún tengo en ella y voy al árbol de mi padre.
Un hombre alto y delgado esta arrodillado frente a este, su cabello está lleno de canas...
¿Está llorando?
Camino hacia él. Tal vez se equivocó de árbol, supongo, puede pasar.
―De verdad espero que me escuche ―la voz del hombre tiembla―, tenía cierta obsesión con las criaturas mágicas y no me justifica, pero de niño me gustaba la idea de ser un cazador de criaturas que yo... consideraba del infierno. Sentí que era mi deber limpiar al mundo y cuando escuché de este lugar no pude resistirlo, así que preparé todo y decidí venir. En verdad espero que me perdone.
No entiendo que...
―Había una voz en mi cabeza ese día, mis ojos se nublaron y vi en usted a una de esas criaturas que según mi mente aniñada no debían existir.
Mis ojos se abren mucho y camino lo suficiente para posarme frente a él, no me ve, pues sus ojos están cerrados y un montón de lágrimas se derraman por sus mejillas.
―He pensado que era un hombre lobo de verdad. ¡hombre lo siento!
Suelta con la voz rota y abre los ojos. Siento las uñas en mis palmas, abriendo las resientes heridas, solo que el dolor es sustituido por uno insoportable, mi corazón palpita con mucha fuerza, mi cuerpo tiembla de ira, él parece asombrado y luego asustado y luego... ¿arrepentido?
Comienza a implorarme perdón, a suplicarme que le perdone sus acciones, un ruido fuerte se instala en mis oídos, son los gritos y el llanto de una niña desesperada y confundida. El hombre es ya un anciano, lo abofeteo, mi mano arde ante el contacto, la limpio sintiéndome sucia, él hombre continúa llorando, con la mejilla roja y no solo por el golpe, puedo ver como sus labios se mueven, no escucho nada de lo que dice... lo tomo por el cuello y lo levanto a mi altura, sus piernas deben ser de gelatina pues se dejó alzar como un muñeco de trapo, no se resiste, ni siquiera levanta las manos, nada. Quiero apretar, terminar con su vida, pero alguien toma mi brazo derecho, mis ojos se desvían hacia la persona a mi lado, se trata de Draco, sus ojos están húmedos, empuja mi brazo con cariño y deposito al hombre en el suelo nuevamente, soltándolo. No logro quitar mis ojos de los suyos, no puedo evitar perderme en ese paraíso.
Como otras veces.
Entonces descubro las lágrimas en mis mejillas, él desliza sus manos con ternura sobre ellas y me aleja de allí. Aparecemos en el bosque y me derrumbo, lloro con fuerza, ahogándome, él me abraza, mi cuerpo se sacude con violencia debido a los hipidos, no dice nada, se limita a abrazarme y a llorar conmigo solo que él si lo hace en silencio.
Deposita un beso en mi cabello luego de un rato, cuando mi llanto se reduce un poco y me duermo.
Despierto por el sonido de la puerta en mi habitación al abrirse, mi mamá esta pálida en la entrada, me cuesta un poco visualizarla, pues mis ojos arden, ¡es mi mamá! Extiendo los brazos a ella y corre hacia mí, llorando.
― ¿Lo viste? ―me pregunta temblando y asiento con lentitud.
El llanto es lo único que se escucha en la habitación después de eso.
― ¿Te hizo algo? ―me pregunta observando todo mi rostro― ¿Te lastimo?
Niego, aunque sí lo hizo, nos había lastimado a ambas cuando decidió que matar a mi padre le hacía bien al mundo. La abrace nuevamente, aferrándome a ella.
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Draco, el bosque bromista.
Fantasy"Bromas, misterios y pesadillas" En el bosque de Ferr hay más que risas y sueños cumplidos, también hay un lado oscuro que Charlotte conocerá en medio de lo que todos han denominado estrés postraumático y otros, locura, ella vio morir a su padre a l...