INMERSA ESTOY... EN UN JUEGO MORTAL.

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Si para construirme 

Lo que debo hacer es destruirme,

Bueno, al parecer no hay opción. 

Atrapada, estaba atrapada en la habitación, de repente me sentí en San Awat, el lugar se sentía tan frio y asfixiante como San Awat antes de Lana, las palabras de Draco palpitaban con fuerza en mi mente, recordar la forma en la que Ilka y Ninan se amaban y en lo mucho que les dolía estar lejos el uno del otro me hizo llorar desconsoladamente, la sangre ya casi no salía de mis heridas, aun dolían, ardían, sentía pedacitos incrustados en mi piel, pero no tenía el valor y la energía para intentar sacarles, todo lo que quiero es que esto sea una de mis pesadillas, ser alguien más, algo más, algo diferente, quiero matarlo, pero no debo, y me enoja haber llegado a este punto, a este horrible punto en el que todo está al alcance de mis manos, no por venganza, ya no sentía que papá necesitaba ser vengado, sino por justicia, porque él había hecho todo mal y aun así era el único que podía y obtenía justo lo que quería. Y no lo merece, no merece nada. Acaso no le importan los sentimientos de Draco, ¿Qué paso con el padre amoroso de los recuerdos? con el padre que cuidaría de su pequeño, ¿no importa Draco?

Observo la daga en la cama, la tiro allí, justo antes de irse, no intentó si quiera ocultar sus carcajadas, porque había ganado y yo había caído como estúpida en su trampa, pude haberlo asesinado sin más y ahora estaría anclada a este mundo sin posibilidades de nada. Perdería a mi familia en forma definitiva, perdería a Draco para siempre, y no, no sería como morir, porque tendría que verlos, tendría que ver como continúan su vida sin mí, la mayoría de ellos sin siquiera recordar que alguna vez existí y duele, duele demasiado, porque no es lo que yo quería, pero es lo que me he ganado, Asier tenía razón cuando dijo que mi venganza solo me haría sentir peor. Lula trajo algo de comida y algo de helado, no tengo apetito, solo quiero irme y olvidar todo, debería tener esa posibilidad ¿no la merezco? Merezco algo ¿no? No digo que felicidad absoluta, pero si tranquilidad, y paz. ¿es mucho? Llegue a despreciarme a mí misma, pues mis ridículos impulsos y mis ganas de una venganza alimentada por la agonía de extrañar a fuerzas algo que ya no tenia, me habían traído aquí. ¡Y es que fue voluntario! Es que soy tonta, mi tía tiene mucha razón en eso, soy impulsiva y tonta.

Me levanto del suelo y tomo la daga, es hermosa, tiene muchos colores, como un arcoíris, pero solo tonos fríos, tiene un diseño como de erupción de espinas, bordes a cada lado ligeramente puntiagudos, es sencilla, el mango parece hecho con piel de dragón, como la piel de Kara, un fuerte sollozo se escucha en la habitación y más lagrimas se derraman por mis mejillas, mi pequeña, mi hermoso dragón de bolsillo, jamás podré volver a verle. Limpio las lágrimas con el dorso de mi mano, algunas heridas arden ante el contacto, suspiro, no puedo derrumbarme nuevamente, debo ser fuerte y pensar. Se lo que perderé si lo hago, pero... ¿Qué gano?

¿Qué hace esta daga exactamente? Lo matara ¿Cómo? Deslice mis dedos por ella, se sentía tibia, suave, cerré los ojos y suspire.

—Necesito hablar con alguien.

Aquí estoy, aseguro la voz en mi cabeza.

—No es igual, tu no existes.

Existo por ti, aclaro y una mujer de mi edad apareció frente a mí, su cabello era negro, liso, era una versión morena de mí, solo que sus ojos eran tan grises como los de Akbal.

— ¿Eres un hada, Draco te creo para mí? —ella niega.

— Tú lo hiciste.

¿Puedo hacer eso?

—Soy algo así como tu alter ego. Lo que ves es algo que creaste cuando te sentías sola y abrumada por todo, soy tu dolor e impotencia exteriorizado. Tu soledad hecha compañía.

Draco, el bosque bromista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora