DULCES GUSTOS DE MUERTE.

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A veces no nos queda más opción, que arrancarnos a la gente del alma, para que nuestro camino, no les deje en ruinas.

Al llegar a casa ingreso en la que es mi habitación, luce algo distinta, muy distinta, él techo es blanco, salgo por la puerta, cerciorándome de que es la correcta y vuelvo a ingresar, estoy segura que esta es mi habitación, ¿por qué rayos no luce como la había dejado hace unas horas? Decido ir a la cocina, pensando que vería a Mildred, pero me encontré con Mamá y la tía Elle, discutiendo.

—Pierde cuidado Camille, me iré hoy mismo de esta casa, ¡de todas formas ya no tengo nada aquí!

Mi tía sale de la cocina, tomando mi brazo y arrastrándome con ella, miro a mamá preocupada, ellas no pelean, no así, ¿Qué está pasando? Pero mamá ni siquiera volteo a verme.

—¿A qué juegas Destiny Charlotte?

La miro a los ojos centelleantes de furia y luego en dirección a la cocina, sin entender que está sucediendo en mi casa. Ella toma mi rostro y me obliga a mirarla. Luce enojada e impaciente, ¿es por Victoria? No, ¿mamá le pidió que se fuera? ¿por qué?

—Tía no... ¿Qué está pasando?

—Pasa que esa mujer de allí es diferente —niega con la cabeza y hay algo de frustración en su mirada—, un poco tal vez.

—¿De qué hablas? mamá es la de siempre no ha cambiado nada.

Su respuesta fue tomarme nuevamente del brazo y empujarme hasta su habitación. Vaya no recordaba que fuese tan fría, casi no hay nada aquí, la pecera plantada que tenía cuyos peces no duraban más que nada porque mi tía los devolvía al rio o los dejaba en los estanques o lagunas del bosque, si allí había peces era más por mi tía que por otra cosa. Odiaba verlos en un cuadrado de cristal, pero le parecían tan hermosos a la vista que no podía evitar comprarlos y tenerlos en su habitación por unas semanas. Tampoco está el closet anticuado de madera desgastada que tenía al lado de la puerta hacia el baño.

—Esa mujer que esta allá —dijo llamando mi atención, sus ojos estaban cristalizados—, perdió a su hija hace años.

Me siento en la cama, mi piel se torna fría y mis piernas... no las sentía, el corazón se me estrujaba en el pecho, esto no podía estar pasando otra vez.

—No sé qué hiciste —continua—, pero Mildred me advirtió que esta vez es irreversible.

Ahora su mirada es de angustia, esta triste y desolada. Como lo estoy yo.

—Tal vez —comencé con un nudo en la garganta—, eliminar una maldición que se llevó a una madre no fue la mejor de mis ideas.

Lo reconozco, ese es el pago, perder a mi madre, y no en una forma física en la que la muerte la apartaría de mí, sino en una forma más cruel, existencial, cargada de olvido.

—¡¿Qué hiciste que Charlotte?! ―mi tía dio un par de vueltas en el mismo lugar― Bueno, siempre te he dicho que eres tonta, pero ¡¿Por qué ese empeño en demostrármelo?!

Muerdo mi labio y me abrazo a mí misma, sintiendo más frio y un vacío demasiado pesado. Ella se sienta junto a mí y me abraza.

—Me dijo que podría quedarme hasta la boda, que será en un par de días, pero deberé irme, lo cual no me importa tanto ahora que tú ya no existes en su vida, siempre he querido recorrer el mundo, diseñar.

—Te quedaste por la sobrina caótica y la hermana que no sabía qué hacer.

—Me quede porque me necesitaban y porque yo las necesitaba a ustedes. No creas que yo no tengo mis problemas existenciales. Y... tu madre, es una mujer muy fuerte, no creas que no supo manejarte sola, simplemente... el golpe de perder a tu padre de esa horrible forma y que tú lo presenciaras... también fue demasiado para ella. Tiene sentimientos ¿sabes? Es humana.

Draco, el bosque bromista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora