Luna era una niña un tanto especial, llamaba la atención de los demás niños aún sin buscarlo.
El pelo blanco y las cejas del mismo tono la hacían lucir más pálida de lo normal. Sin embargo, sus mejillas estaban teñidas de rojo la mayor parte del tiempo, ya que era incapaz de controlar sus emociones.
Durante las clases le costaba fijar la atención al pizarrón, pues juraba que alguien le susurraba al oído, impidiéndole escuchar con claridad las explicaciones de la maestra.
Aquel era un día de verano y la maestra los había llevado de campamento. Ella apenas tenía seis años de edad y como cualquier otro niño, solo buscaba diversión.
Intentó acercarse a los demás niños con la intención de compartir, como los había visto hacer toda su vida. El inconveniente era que estos niños no aceptaban que Luna fuese una de ellos. La consideraban un bicho raro, algo fuera de lo común.
La burlaban diciéndole que tenía pelo de abuela, mientras que otros le temían, porque según ellos, era la niña fantasma.
Otro incentivo por el cual la acusaban de estar chiflada, era que hablaba sola. Luna juraba escuchar voces en su mente que trataban de comunicarle algo que ella pocas veces entendía.
Algunas de las pocas cosas que pudo escuchar fue una voz que le dijo que tenía poderes, que iba a ser grande y necesitaba prepararse para ello.
La niña le comentó esto a su maestra, ya que sus padres no parecían prestar atención a sus anécdotas. Sin embargo, lo que no esperó fue que ésta llamara a sus padres delante de toda la clase y dijera en voz alta aquel secreto que ella había mantenido para ella. Ya era suficiente con ser la rara del salón, ahora sería la rara y psicópata.
La pequeña sí tenía una condición extraña, inexplicable desde el punto de vista científico. Cada vez que sus emociones llegaban a su clímax, sus ojos se tornaban violetas.
Esto era algo que no sucedía a menudo, pues Luna era una niña extremadamente pacífica, a pesar de todo el bullying que le hacían los compañeros. Pero sí habían ocasiones donde su paciencia llegaba a su límite, como aquel día en que la maestra divulgó su más grande secreto.
Ese día el campamento se volvió un caos, incluso la maestra temió de ella. Fue la primera vez que alguien, que no fueran sus padres, había observado sus ojos violetas.
Ella no se percató de ello, pensó que la reacción de todos fue debido al hecho de que hablaba con las voces en su cabeza.
La maestra llamó a los Evans a modo de urgencia.
Estos llegaron al lugar temiendo lo peor, pero el alivio los invadió cuando vieron a su pequeña sana y salva. Sus ojos ya habían vuelto a la normalidad, pero estaban llenos de lágrimas e irritados por el llanto.
Ms. Reynold, la maestra de Luna, contó a los padres con lujos y detalles lo sucedido, a lo que ellos aseguraron que lo de la vista era un problema del albinismo, uno poco común, pero que su hija había desarrollado con el tiempo. Sin embargo, ella ya había tomado una decisión, Luna no iba a formar parte de la escuela en lo adelante, según ella, era perjudicial para los demás alumnos.
Recomendó a los padres llevar a la niña al psiquiatra ahora que estaba pequeña.
Todos en la ciudad conocen a Luna desde bebé por los rumores que han habido sobre su procedencia, los cuales en su gran mayoría provocaron que los padres de los demás niños prohibieran a sus hijos compartir con ella. Esto siguió sucediendo incluso en su adolescencia, provocando que Luna se convierta en una joven solitaria que vive la mayor parte de su tiempo encerrada en su dormitorio.
Sin embargo, esto cambiaría un día, pues la carrera profesional que eligió amerita el contacto con la civilización.
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LUNA (Trilogía Dioses Destinados #1)
General FictionUna reconocida arquitecta estadounidense inicia una nueva etapa de su vida como colaboradora en la empresa de diseño y construcción B&B. Una prestigiosa empresa internacional dirigida por el arquitecto Jace Blackwood, un empresario pulcro, pero que...