Capítulo 9

442 55 28
                                    

LUNA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LUNA.

El estridente ruido de la alarma hace que me despierte con un punzante dolor de cabeza. Me llevo una mano a la cabeza en consecuencia y detengo el molesto ruido.

¡Dios mío, pero qué es esto!

Miro alrededor, estoy sola. Una lágrima solitaria se me escapa y la aparto de inmediato.

Me obligo a ponerme de pie. Tengo un dolor horrible en todos los músculos y me siento débil cuando trazo el camino hacia el baño.

Resaca. Nunca había sentido esto y definitivamente no está entre la lista de cosas que quiera volver a hacer.

Me miro al espejo y si antes parecía un fantasma, esto que veo no tiene descripción. El cabello aún está un poco húmedo, no recuerdo en qué momento lo lavé. El azul del aerosol se ha ido casi todo, queda solo una débil señal de que estuvo ahí.

Tomo una ducha y me lavo el cabello para ver si se me va un poco el dolor.

No funciona. Camino hacia el tocador que está en el dormitorio, vistiendo solo el albornoz. Agarro el blower e intento secar mi pelo, pero el ruido que este dispara me cala en el cerebro.

Lo peor es que tengo que ir a trabajar. Más que el dolor y el cansancio, lo que no quiero es ver al Jace.

Anoche , cuando regresé a casa, mi mente embriagada no dejó de alucinar cochinadas con ese hombre, ¿cómo podría verlo a la cara?

Eso fue demasiado vergonzoso. No me explico cómo mi cerebro puede protagonizarlo a él, incluso después de lo que hizo. ¡Me llevó a su apartamento sin ningún tipo de consentimiento!

No sé qué clase de mujer cree que soy, pero definitivamente no soy lo que él espera o quiere.

Me cepillo el pelo y lo dejo para que seque solo. Voy hacia el walking closet y hay algunas prendas sueltas y descompuestas. Mis pijamas. Frunzo el ceño y las arreglo antes de buscar lo que me voy a poner.

Escojo un pantalón de hiking azul marino que me queda justo al cuerpo, pero no demasiado y una camisa blanca.

Termino de arreglarme y untarme mis cremas. Cuando estoy lista para partir, bajo las escaleras despacio.

No entro a la cocina porque sé que Martha va a querer obligarme a desayunar. Si como algo ahora mismo me iré en vómito, siento un extraño malestar en el estómago.

A la oficina llego con las gafas puestas y no me las quito en todo el camino hacia el noveno piso.

Eleanor está en las mismas fachas. El pelo, que casi siempre lo lleva suelto, ahora está amarrado en un moño alto. Unas gafas oscuras cubriéndole los ojos.

—¿Cómo estás? —pregunta cuando me acerco a ella.

Hago una mueca.

—Creo que ya sabes la respuesta.

LUNA (Trilogía Dioses Destinados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora