Capítulo 28

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JACE

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JACE.

La oficina está hecha mierda, y no lo digo porque mi ausencia haya detenido las actividades, sino que Paterson se tomó ciertas atribuciones que no le corresponden. La primera y creo que es la única que me jode tanto, es la reintegración de Stella en sus labores. Peor aún, está en la oficina de Luna.

Menos mal que ella no vuelve hasta dentro de unos días, así me da tiempo de resolver esto y si tengo suerte, cuando regrese ya Hudson no estará en B&B.

—¿No pudiste al menos hacer que la ubicara en otra oficina? Eleanor, si eres mi asistente es porque confío en que vas a velar por mis intereses.

Intento no alzarle la voz, pero siento mucha rabia cuando no se hace lo que digo y dejé bien claro que no quería esa arpía en la empresa, mucho menos en la oficina del lado.

—Le juro que hice todo lo que estuvo en mis manos, señor. Pero ya conoce a Paterson y sin usted aquí yo pasé a ser un cero a la izquierda.

Me pellizco el puente de la nariz y recuesto la cabeza en el respaldo de mi silla.

—Si no podemos resolver lo de que labore aquí, al menos la quiero fuera de esa oficina. Es la oficina de la arquitecta y no me apetece verla enojada cuando se entere. Así que debe quedar resuelto antes de que regrese a sus labores.

—¿Cuándo sería eso?

—No tengo idea, pero tienes el día de hoy para sacarla de ahí —demando—. Le queda rotundamente prohibido acercarse a mi oficina, no quiero verla.

—Entendido. —Sale de la oficina y cierra la puerta tras de sí.

Estoy a punto de concentrarme en el computador, cuando la puerta se vuelve a abrir y Eleanor entra de nuevo, esta vez con cara de tragedia.

—¿Ahora qué? —gruño.

—Es Luna, está subiendo por el ascensor.

Me pongo de pie de solo escucharla.

—¿Cómo es que sabes eso? No debería estar aquí hoy.

—Bruce me llamó, la vio por las cámaras de seguridad.

Maldición.

La dejo parada frente a mi escritorio y salgo disparado al lugar.

Cuando las puertas del ascensor abren soy más rápido que ella y le empujo dentro, presionando el botón del primer nivel.

—Oye, ¿Qué haces?

Una vez que las puertas se cierran la acorralo a una de las esquinas y sin pensarlo mucho, me hago dueño de sus labios.

La sorpresa la hace dudar a la hora de corresponder, pero cuando lo hace, se le nota el hambre y el deseo que siente por mí y eso me encanta.

Me encanta lo que provoco en ella, me encantan los gemidos que no puede contener y me encanta toda ella.

LUNA (Trilogía Dioses Destinados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora