Capítulo 37

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LUNA

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LUNA.

Jace entra conmigo al baño de damas y lo cierra tras él. Da un chequeo rápido para confirmar que no hay nadie y cuando lo hace me observa con una sonrisa ladina que me eriza la piel.

Me estampa contra la puerta y con sus labios rozando los míos, empieza a desabrochar mi pantalón. 

—Dijiste que en la oficina no —le recuerdo, mientras veo sus pupilas dilatarse.

—Esta no es la oficina. —Se apresura a quitarme el pantalón por completo y lo lanza como si estuviéramos en casa. 

—Pero es parte de ella. 

—Shhh, haz silencio si no quieres que nos escuchen.

Me muerdo el labio inferior para contener mis gemidos cuando sus manos bajan hasta mi trasero y me aprieta contra él.

Me sostengo de sus hombros para evitar caerme, mis pies se convierten en gelatina cuando lo tengo así de cerca.

Sin previo aviso me toma por los muslos y me alza, de modo que mis piernas se enredan en su cintura de forma automática. Mi espalda vuelve a chocar contra la puerta y su boca se apresura a devorar la mía. Joder, ¿cuánto deseo puede expresarse a través de un simple beso? Porque siento que estoy en las nubes cada vez que sus suaves y deliciosos labios sabor a menta están sobre los míos. 

Bueno, puede que algo de lo que dije no sea del todo cierto, porque con él nada es simple. Es mágico y jodidamente delicioso. 

No tiene comparación.

Podría besar a mil hombres y sé que nunca encontraría lo que él me brinda, porque creo que lo...

—Oh, mierda... —se me salen las palabras al sentir cómo rosa de tela de la braga con sus dedos. 

—Siempre lista. —Me da un beso corto y empieza a moverse conmigo en brazos.

Camina con destreza y soltura hacia los lavamanos y me sienta sobre el granito pulido. 

Cuando lo veo desabrocharse la bragueta, recuerdo lo que me dijo Bruce sobre estar embarazada.

—¿Y el...

—Está aquí. —Se entra una mano en el bolsillo y me muestra el sobrecito plateado— Creo que quedaste frustrada con lo de Stella, no quiero arruinar esto que tenemos, así que tranquila. 

—¿Si tuviéramos un hijo se arruinaría nuestra relación?

Suelta un gruñido casi inaudible antes de meter su rostro en mi cuello y mordisquearme.

—¿Por qué preguntas eso ahora? Sabes lo que pasó con Stella, definitivamente no me interesa tener niños ahora. 

Su aliento se siente tibio contra mi piel y empiezo a temblar, pero no porque tenga frío, sino porque se me entraron unas horribles ganas de llorar y golpearlo por idiota. ¿Tan horrible sería tener un hijo conmigo? ¿Por qué me compara con esa mujer?

LUNA (Trilogía Dioses Destinados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora