Capítulo 32

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JACE

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JACE.

Puedo percibir cómo su cuerpo se tensa cuando susurro aquellas palabras contra su oído. 

Lleva el pelo recogido en una coleta, a pesar de que le había advertido que no debía mostrar la marca de la luna que tiene en la nuca. 

Mis ojos van directo a la marca y quedo sorprendido al ver que por una milésima de segundos se iluminó. No puedo evitar rozar mis dedos en el área al saber que tengo tales efectos en ella. 

Aparta la vista de las chicas, a las cuales estaba viendo con detenimiento y fija su mirada en la mía. Sus ojos grises me miran como si no pudieran creer lo que sus oídos acaban de escuchar. Si soy sincero, tampoco puedo creer que acabo de confesarle que estoy enamorado de ella. 

Es algo que me negaba a aceptar, más porque sé que no debería haberme enamorado de la diosa de la luna, es un amor prohibido para un Vigilante de las Sombras, mucho más para uno que pretende ser dios de la oscuridad. 

¿Pero cómo evitaba eso? No sé quién mierdas creó las Selene, pero, particularmente ella, es la cosa más hermosa que mis ojos han podido ver en toda mi vida. 

Mi mayor error fue creer que acostándome con ella iba a satisfacer todo lo que provocó en mí desde el primer día, pues creo que lo que más me ha dejado hechizado es la forma en que su luz se mezcla con mi oscuridad cuando llegamos al clímax, es algo mágico sin dudas. Es sobrenatural, al igual que nosotros mismos.

Permanezco mirándola fijamente, mientras ella trata de buscar algún atisbo de broma en mi expresión. 

La magia del momento se ve interrumpida cuando el impertinente de su seguridad, el cual estaba a una distancia prudente hace solo unos segundos atrás, viene hacia nosotros.

—¿Todo bien? —Mira de Luna a mí, como si estuviera listo para atacar. 

Ella pestañea varias veces tratando de concentrarse en lo que dice el hombre. 

—Sí, todo bien Elías —dice, pero no aparta su mirada—. Seguiremos hablando de ese asunto luego, señor Blackwood. 

Se va a su oficina, desapareciendo en su interior. 

Elías, quien permanece en la puerta, me mira con los ojos entornados. Yo simplemente lo ignoro y me preparo para enfrentar el problema que hay en la puerta de mi propia oficina. 

—¿Se puede saber qué es este escándalo? —gruño una vez que he llegado junto a ellas. 

Eleanor es la primera en voltear a mirarme.

—Señor... —empieza a hablar, pero Stella no la deja continuar. 

—Vine a verte, pastelito. Necesitamos hablar. 

Hago una mueca. ¿Paste qué?

—Hazme el favor de desaparecer de mi vista. 

—Intenté detenerla, pero ya la conoce.

LUNA (Trilogía Dioses Destinados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora