chapter thirty seven.

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real life.
capítulo treinta y siete — vuelta a monterrey.


SAMANTHA's pov.

La noche del after party de los Esland nos besamos Emi y yo, pero no dormimos juntas. No sé qué éramos, en verdad, pero tampoco iba a presionarla a que fuera mi novia.

Porque si algo sabía, era que quería algo con ella e iba a poner todo de mi parte para que funcionara bien. Para el resto, no hacía falta que siquiera le dijera a Emilia que estaba enamorada de ella.

Al siguiente dia ibamos a partir a Monterrey de nuevo. Ya estábamos en el avión y nos despedimos de nuestros amigos extranjeros. Por lo menos, sé que Carre hizo llorar a Em al separarse del último abrazo.

— Emi, por favor, no llores que yo voy a chillar también, wey — la abracé mientras ella posaba su cabeza en mi hombro.

— Ya, voy a parar de llorar — se limpió las lágrimas. — Es que Carru a veces se pasa de verga y dice cosas sentimentales.

— Tranqui, Mimi, yo...

— ¿Cómo me llamaste? — cuestionó ella con una ceja alzada.

Chingado.

— Oh, se me salió — me rasqué la nuca. — Perdón si...

— No... Me gusta — asintió. — Lindo apodo, linda — se acercó lentamente a mi cara.

Sonreí pícaramente.

— ¿Te puedo besar? — le pregunté.

— ¿Y si te beso yo? — dijo ella, con un tono algo seductor.



























En resumen, estuvimos besándonos todo el vuelo.

No me quejo, tampoco.




























Nos dirigimos a casa de Emi, porque ella quería ver a Kokone. Y además, hoy si íbamos a dormir juntas. O por lo menos, en la misma casa.

— Hola, mi amor — la saludó. — Mira, Samy vino hoy.

La felina se me acercó y empezó a acariciarse a si misma con mi pierna.

— Te ama más a ti que a mi.

— ¿Quieres dormir o algo? — le pregunté, preocupada.

— Wey, son las 1 de la mañana, no quiero dormir. ¿Tú quieres dormir?

— Nop, no aún — negué.

— Podemos ver películas acostaditas en mi camita, tengo un buen de frío — se encogió de hombros por el frío. Se veía tan tierna, pinche Emilia.

— Bueno, ¿qué quieres ver?

Nos dirigimos a su cuarto, pero yo solo pensaba en algo.

¿Qué éramos?

¿Amigas que se gustan?

¿Amigas con derechos?

¿Mejores amigas?

¿... Novias?

— Samy — chasqueó sus dedos en frente mio.

— Si, si, perdón, me bugié — sonreí de lado.

Me recosté a su lado y la abracé.

— Te quiero un chingo, ¿sabías? — le dije, mirándola a los ojos.

— Yo también, Rivera — sonrió, y luego me besó.

No quiero dar detalles, pero si fue un beso francés. Cuando nos separábamos era por falta de aire, pero inmediatamente después volviamos a juntar nuestros labios. Estos demostraban una vez más que encajaban perfectamente, y que podían bailar en sintonía.

— Me gusta besarte — dijo ella, tímida.

— Estas sonrojada, Mimi.

Escondió su carita en mi cuello, para ocultar el hecho de que estaba nerviosa.

— Tranquila — reí.

— Es que no quiero cagarla — comentó ella, aún desde mi cuello. — Hueles rico, ¿te bañaste hoy?

— Mensa — le pegué un zape, haciendo que ella riera y saliera de mi cuello.

Podía ver como sus ojos se dilataban por mirarme a la cara.

— Eres muy bonita.

— Tu también — pude sentir la sangre llegando a mis mejillas.

Besó mi mejilla y luego se sentó.

— Creo que tenemos que ver que vamos a hacer con esto — nos señaló a las dos.

— ¿A qué te refieres? — alcé una ceja.

— Rivers, yo quiero hablar esto ahorita porque eres mi mejor amiga y no quiero cagarla contigo, ¿okay? Quiero saber si de verdad sientes algo por mí.

— Pensé que eso había quedado claro la noche de los Eslands, Emilia.

— O sea, si, pero solo quiero saber si... No sé.

— ¿Qué cosa?

— Que si quieres intentarlo conmigo, Sam — dijo rápidamente. — Solo quiero saber eso. Porque lo que yo siento por tí no es poco. Y si nos vamos a estar besando así, quiero saber si en verdad quieres... Algo conmigo.

— Em, claro que quiero algo contigo. Sé que quiero intentarlo contigo desde que no sé con qué pinche excusa pasar por tu casa a molestarte.

Sonrió de lado.

— Yo quiero esto. No quiero morirme sin haberlo intentado contigo.

— Veamos qué pasa, porque se nota que queremos lo mismo.

Escuchamos claramente como el cascabel de Koko estaba más cerca, ya que volteamos a la puerta al mismo tiempo.

Se recostó con nosotras y nos quedamos viendo películas por un tiempo, hasta que caímos dormidas.

𝗔𝗟𝗚𝗢 𝗖𝗢𝗡𝗧𝗜𝗚𝗢;     rivers ggDonde viven las historias. Descúbrelo ahora