chapter seventy seven.

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4 de noviembre, 2023.

real life.
capítulo setenta y siete — amistad.


EMILIA's pov.

Unos dias después del evento de Halloween de Ama, la misma, Ari, Rivers y yo decidimos hacer un directo en el canal de Samy para cocinar.

No voy a decir nada al respecto, solo que Ama se pasó de lanza con el alcohol y que dejaron la senda cagá en la cocina de la rubia.

— Weonas, dejaron la mea' cagá en la cocina — las regañé cojeando, mientras limpiaba con toalla nova.

— No te pongas como Capri, pendeja — me pegó un zape la menor de las Garza, entre risas.

— ¿Hagamos una pijamada? — preguntó Amairani, con un puchero, a pesar de que sabía bien que esa fue la idea desde el principio.

Se podía decir que Rivera y yo éramos las menos pedas.

Rodé los ojos mientras la dueña de casa intentaba calmar a nuestras amigas, llevándolas a su habitación.

No habíamos hablado de lo que pasó el dia de las finales en el camerino, no habíamos hablado de absolutamente nada. Yo no había sacado el tema por el miedo que tenía de que las cosas se pusieran incómodas y perderla otra vez.

— Ama, ¿quieres...? — iba a preguntarle si quería de lo que cocinamos.

— ¡Shhh! — me calló la rubia. — Están durmiendo — murmuró fuertemente, saliendo de su cuarto. — Wey, ¿por qué no nací con pito? — se quejó.

— Pendeja, te dije que no tomaras alcohol mientras te estás desangrando.

— Ama me obligó.

Sonreí mientras lavaba los trastes. Sentía los pasos de la rubia aproximándose hacia mi, y de la nada bajé la mirada y envolvió sus brazos en mi cintura.

— Te quiero, ¿sabes? — susurró, con su mejilla pegada en mi espalda.

— Eres muy tierna a veces — reí un poco.

— Me di cuenta que solo he sido tierna contigo — confesó, nuevamente con un tono algo bajo.

Me mordí mi labio inferior, no tenía idea de qué responderle.

— Lo siento por todo...

— No te disculpes — le dije cerrando la llave del grifo.

Intenté moverme pero ella no me dejó.

— Samy.

— ¿Si?

— ¿Me dejas agarrar tu paño? — apunté el paño que tenía al otro lado, el cual estaba destinado para secarse las manos.

— No, yo estoy bien cómoda, wey — negó la mayor.

— Samy, recuerda que estoy coja.

— Pero yo estoy cómoda.

Aún con ella abrazada a mi salté en un pie para buscar el pañito. Luego de secarme las manos me di vuelta y la miré.

— Yo también te quiero, puñetas — le sonreí dulcemente.

— Trátame bonito, culera, nunca más te digo algo lindo — se quejó, dirigiéndose a su sofá.

Rodé los ojos, divertida, y la seguí.

— Pendeja, sabes que es broma — la rubia se sentó, aún haciendo un tierno puchero.

— No, no me hables — me senté al lado de ella.

𝗔𝗟𝗚𝗢 𝗖𝗢𝗡𝗧𝗜𝗚𝗢;     rivers ggDonde viven las historias. Descúbrelo ahora