capitulo nueve

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La emperatriz Sarada se encontraba en su habitación, contemplando el jardín desde la ventana, cuando su doncella entró en la estancia con una expresión preocupada en el rostro.

"Su majestad, ¿sus padres han abandonado el palacio?", preguntó la doncella con cautela.

Sarada suspiró y asintió con tristeza.

"Sí, han partido esta mañana. Me han dejado una carta en la que me explican que necesitan tiempo para reflexionar sobre mi situación."

La doncella frunció el ceño.

"¿Qué quiere decir con 'su situación', su majestad?"

La emperatriz se mordió el labio inferior antes de responder.

"Mis padres me estaban presionando para que tuviera un hijo de Boruto. Quieren asegurar mi posición como emperatriz y creen que un heredero sería la mejor manera de hacerlo."

La doncella se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Finalmente, levantó la mirada hacia Sarada y dijo: "¿Y usted qué piensa al respecto?"

Sarada se pasó una mano por el cabello, visiblemente angustiada.

"No estoy lista para tener un hijo. Tampoco quiero que mi vida se reduzca a ser solo una máquina de producir herederos".

Chouchou se acercó a Sarada y le tomó las manos con cariño.

"Su majestad, usted tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y su propio futuro. No permita que nadie le imponga sus deseos. Usted es la emperatriz, pero también es una mujer con sus propias aspiraciones y sueños."

Sarada asintió lentamente, agradecida por las palabras de su leal doncella.

"Gracias, Chouchou. Necesitaba escuchar eso. No sabes cuánto te lo agradezco."

Chouchou sonrió con orgullo.

"Usted merece ser feliz, no importa lo que digan los demás."

La emperatriz asintió con determinación.

"Sí, es hora de que tome las riendas de mi vida y defienda mis propios deseos. Gracias, ChouChou, por estar siempre a mi lado."

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Los consejeros reales se reunieron en el salón del trono para informar a Boruto sobre los disturbios que estaban ocurriendo en el norte del imperio. Había rumores de rebeliones y levantamientos, y la situación se estaba volviendo cada vez más peligrosa.

"Su majestad, debemos actuar con cautela", advirtió uno de los consejeros. "No sabemos quiénes están detrás de estos disturbios, y sería imprudente que te aventuraras en medio de la crisis".

Pero Boruto, tenía una determinación férrea en sus ojos. "No puedo quedarme de brazos cruzados mientras mi pueblo sufre", declaró con firmeza. "Debo ir al norte y enfrentar a los rebeldes".

Los consejeros intercambiaron miradas preocupadas.

"Pero su majestad, tu seguridad es nuestra prioridad", insistió otro consejero. "Si algo le sucediera, el imperio estaría en peligro. Además, aún no tiene un heredero que pueda tomar tu lugar en caso de que algo salga mal".

Boruto reflexionó por un momento, sopesando las palabras de sus consejeros. Sabía que tenían razón en cuanto a los riesgos que implicaba su decisión, pero su sentido de responsabilidad hacia su pueblo era más fuerte.

"Entiendo sus preocupaciones, pero no puedo quedarme de brazos cruzados", dijo Boruto con determinación. "Debo ir al norte y proteger a mi pueblo, cueste lo que cueste".

𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora