Sarada contemplaba el jardín imperial desde su ventana, el crepúsculo pintando el cielo con tonos de naranja y púrpura. Un silencio pesado llenaba la habitación, roto solo por el susurro del viento entre las hojas de los árboles. Su doncella, ChouChou Akimichi, entró con una expresión de preocupación.
"Su Majestad," comenzó ChouChou con cautela, "sus padres… han partido."
Sarada asintió, sus ojos reflejando una tristeza profunda. "Sí. Me dejaron una carta. Dicen que necesitan tiempo para reflexionar sobre… mi situación."
ChouChou frunció el ceño, inquieta. "¿Su situación, Su Majestad?"
Sarada se mordió el labio, luchando contra las lágrimas. "Me presionaban para tener un hijo de Boruto. Creen que un heredero aseguraría mi posición como emperatriz."
Un silencio tenso llenó la habitación. ChouChou, tras un momento de reflexión, miró a Sarada con firmeza.
"¿Y qué piensa usted al respecto, Su Majestad?"
Sarada se pasó una mano por el cabello, la angustia visible en su rostro. "No estoy lista. No quiero que mi vida se reduzca a ser una mera herramienta para asegurar la sucesión."
ChouChou se acercó a Sarada, tomando sus manos con una ternura reconfortante.
"Su Majestad, usted tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y futuro. No permita que nadie le imponga sus deseos. Usted es la emperatriz, pero también es una mujer con sus propias aspiraciones y sueños."
Las palabras de ChouChou resonaron en Sarada, un bálsamo para su alma herida. "Gracias, ChouChou. Necesitaba escuchar eso."
ChouChou sonrió con calidez. "Usted merece ser feliz, Su Majestad, pase lo que pase."
Sarada asintió con renovada determinación. "Sí, es hora de tomar las riendas de mi vida."
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El Salón del Trono, normalmente un símbolo de poder y majestuosidad, se sentía opresivo ese día. La pesada atmósfera era palpable, un silencio tenso interrumpido solo por el susurro de las cortinas de seda que colgaban de las altas ventanas. La luz del día, filtrada a través de los vitrales, proyectaba sombras alargadas sobre los rostros preocupados de los consejeros reunidos. Boruto, sentado en su trono, observaba a sus consejeros con una expresión seria. La gravedad de la situación se cernía sobre ellos como una nube de tormenta.
Uno de los consejeros, un hombre de edad avanzada con profundas arrugas en el rostro, rompió el silencio con voz grave.
"Su Majestad," comenzó, su tono lleno de preocupación, "debemos actuar con cautela. Los informes del norte son alarmantes. Hay rumores de rebeliones, levantamientos… No sabemos quién está detrás de esto, y sería imprudente que se aventurara en medio de la crisis."
Boruto, sin embargo, mantenía una determinación férrea en sus ojos azules. Su joven rostro, normalmente radiante, estaba tenso, reflejando la carga que sentía.
"No puedo quedarme de brazos cruzados mientras mi pueblo sufre," declaró con firmeza, su voz resonando en la quietud del salón. "Debo ir al norte y enfrentar a los rebeldes. Es mi deber como Emperador."
Los consejeros intercambiaron miradas preocupadas, sus rostros reflejando la incertidumbre. El peso de la responsabilidad se reflejaba en cada arruga, en cada gesto.
"Pero Su Majestad," insistió otro consejero, un hombre más joven, pero con una voz igualmente firme, "su seguridad es nuestra prioridad. Si algo le sucediera… el imperio se desmoronaría. Además… aún no hay un heredero para tomar su lugar." La ausencia de un heredero era una herida abierta en el corazón del reino.

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𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂 • |Borusara|
FanfictionLady Sarada Uchiha, una joven hermosa e inteligente de carácter fuerte, era la única hija del Duque Sasuke Uchiha. Fue comprometida con el rebelde príncipe heredero Boruto Uzumaki. Esta unión estaba destinada a fortalecer el vínculo entre las dos fa...