Sarada, vestida con un elegante pero sencillo vestido, se preparaba para salir del palacio. Su determinación era palpable, una llama brillante en sus ojos que contrastaba con la suave tela de su atuendo. ChouChou, su doncella y amiga, la interceptó con una expresión de profunda preocupación.
—Su majestad, por favor, no —suplicó ChouChou, su voz llena de angustia—
Es demasiado peligroso. Recuerda lo que te sucedió… el secuestro… No puedes ir sola.
Sarada apartó suavemente la mano de ChouChou de su brazo.
—Boruto está desaparecido, ChouChou. No puedo quedarme aquí, sin hacer nada. Debo ir a buscarlo —Su voz era firme, pero un ligero temblor traicionaba su ansiedad.
—Pero su majestad, usted está embarazada. Debe pensar en el bebé —insistió ChouChou, sus ojos llenos de lágrimas—. Es demasiado arriesgado. Hay guardias, hay… hay peligros que usted no puede enfrentar sola.
Sarada llevó una mano a su vientre, sintiendo el latido del pequeño ser que crecía en su interior. Un momento de duda, una pequeña grieta en su resolución, la invadió. Pero la imagen de Boruto, desaparecido y vulnerable, la impulsó de nuevo hacia su propósito.
—Él es lo único que importa ahora— respondió Sarada, con una voz que resonaba con una mezcla de determinación y desesperación. El peso de su decisión la agobiaba, pero no la detenía. Su amor por Boruto era más fuerte que cualquier miedo, más fuerte que cualquier peligro.
Antes de que ChouChou pudiera replicar, un golpe suave en la puerta interrumpió la tensa conversación. Una sirvienta, con una reverencia profunda, se acercó a Sarada.
—Su Majestad, el Emperador Boruto ha regresado. Se encuentra en el patio.
La noticia, inesperada y maravillosa, la inundó con una ola de alivio. Sarada, olvidando por un instante el peligro, salió corriendo, su vestido ondeando a su paso. ChouChou la siguió, su voz llena de desesperación.
—¡Su Majestad, por favor, no corra! ¡Podría lastimarse, usted y el bebé! —Pero Sarada no la escuchó. Impulsada por la necesidad de estar en los brazos de Boruto, de sentir su presencia a salvo, corrió hacia el patio, dejando atrás sus miedos y sus preocupaciones. Solo Boruto importaba.
Sarada llegó al patio, sus ojos escaneando el espacio. A lo lejos, vio a Boruto. Su figura, cubierta de barro, contrastaba con el impecable paisaje del jardín imperial. Su rostro, normalmente lleno de travesuras, estaba endurecido por una expresión de enojo, casi furia. Sarada se detuvo, observándolo a distancia, intentando descifrar la tormenta que se ocultaba tras su mirada. Unos instantes se quedaron suspendidos en el tiempo, ella observándolo, él aparentemente ajeno a su presencia. Entonces, con una voz suave pero firme, lo llamó:
—Boruto.
La voz de Sarada, familiar y querida, pareció romper el hechizo. Boruto giró la cabeza, su mirada encontrándose con la de Sarada. La furia en su rostro se desvaneció, reemplazada por una oleada de emociones que se reflejaban en sus ojos.
—Sarada.
Sin dudarlo, Sarada corrió hacia él. Boruto, a su vez, se acercó con pasos rápidos, su expresión cambiando de enojo a alivio, a un amor incontenible. En un instante, Sarada se encontró en sus brazos, abrazándolo con fuerza, sintiendo la calidez de su cuerpo, la seguridad de su presencia. Boruto la levantó con facilidad, sosteniéndola cerca, como si temiera perderla.
—Te extrañé tanto —susurró Sarada, su voz llena de emoción.
Boruto la besó, un beso largo y profundo, lleno de amor y alivio.
ESTÁS LEYENDO
𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂 • |Borusara|
ФанфикшнLady Sarada Uchiha, una joven hermosa e inteligente de carácter fuerte, era la única hija del Duque Sasuke Uchiha. Fue comprometida con el rebelde príncipe heredero Boruto Uzumaki. Esta unión estaba destinada a fortalecer el vínculo entre las dos fa...
