𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂 • |Borusara|

23

Sumire se dejó caer sobre la cama, el kimono de seda deslizándose por sus hombros.  Las lágrimas brotaban sin control, empapando la fina tela.  Susurró para sí misma, la voz apenas un hilo:

"Boruto...  ¿qué haremos?"

Un golpe suave en la puerta la sobresaltó.  Con un suspiro, se secó las lágrimas apresuradamente.

—Adelante —dijo, intentando que su voz sonara firme.

La puerta se abrió y apareció una sirvienta, con una expresión preocupada.

—Sumire-sama, ¿se encuentra bien?  Parecía muy angustiada.

Sumire forzó una sonrisa débil.

—Estoy bien, muchas gracias.  Solo...  un poco cansada.

—Si necesita algo, por favor, no dude en llamarme.

—Gracias —respondió Sumire, con un nudo en la garganta.

La sirvienta se retiró, dejando a Sumire sola con sus pensamientos.  Suspiró profundamente, y volvió a susurrar:

"Él y Sarada...  un hijo...  ¿dónde me deja eso a mí?"

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Hiashi Hyuga, imponente en su silla, cortó un trozo de pan con precisión quirúrgica.

—Las relaciones con el reino de Kumo se han vuelto tensas —dijo, su voz fría y autoritaria—.  Es necesario tomar medidas para asegurar la estabilidad.

Boruto, con la mirada fija en su plato, respondió con calma:

—Abuelo, ya estamos trabajando en ello.  Estamos explorando opciones diplomáticas.

Sarada, al otro lado de la mesa, añadió con suavidad:

—Estamos haciendo todo lo posible para mantener la paz.

Hinata, la emperatriz viuda, intervino con una voz suave pero firme:

—Hiashi-sama, debemos recordar que la estabilidad del imperio no reside solo en las relaciones internacionales.  También es importante la armonía dentro de la familia imperial.

Hiashi levantó una ceja, su mirada penetrante se posó en Boruto.

—La armonía…  ¿y qué hay de la línea de sucesión?  Es crucial para la continuidad del imperio.

Boruto sintió un escalofrío recorrer su espalda.  Intentó mantener la calma, pero su voz tembló ligeramente:

—Abuelo, ya hemos hablado de eso.  Sarada y yo…  tomaremos una decisión a su debido tiempo.

Hiashi no respondió, su silencio más amenazante que cualquier palabra.  El desayuno continuó en un silencio tenso, cada bocado una carga más pesada para Boruto y Sarada.

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Karin está sentada en su tocador, una pequeña carta en sus manos.  Una sirvienta de confianza, Hana, espera atentamente.

—Hana, esta carta es para Lord Hyuga.  No se la entregues tú directamente.  Encuentra a alguien de confianza, alguien discreto…   Es crucial que nadie me relacione con esto.

Karin le entrega la carta a Hana. La sirvienta la tomo con cuidado.

—¿De qué se trata, Princesa?

—Informa de que Boruto tiene una amante.  Una doncella… la doncella de Sarada, para ser exactos.  Sumire.  Piensa en alguien que pueda hacer llegar la carta a manos de lord Hyuga, sin levantar sospechas.