El sol de la mañana apenas se filtraba por las cortinas de la oficina de Boruto, pero la habitación permanecía envuelta en una penumbra que reflejaba el estado de ánimo del joven Emperador. Sentado en su escritorio, Boruto tenía la mirada fija en un punto indeterminado, la mente aún atrapada en los eventos de la noche anterior.
La carta, sin remitente, yacía sobre el escritorio. Boruto la tomó, la volvió a doblar con dedos nerviosos. La simple frase, "Te espero en el jardín", resonaba en su mente, ahora cargada de un significado amargo. No era una invitación romántica; era una trampa.
La imagen de Sumire, acercándose con una sonrisa, se formó con nitidez en su memoria. El abrazo, la insistencia en su cercanía, el beso que lo había dejado aturdido. El sabor de los labios de Sumire aún persistía en su boca, un regusto amargo que se mezclaba con la culpa.
Y luego, Sarada. La imagen de su esposa, observándolos, con una profunda tristeza en sus ojos, lo golpeó con la fuerza de un puñetazo. El recuerdo de ese momento lo inundó mientras caminaba por su oficina. ¿Quién le había enviado la carta? Sumire, sin duda. ¿Y por qué Sarada estaba allí, en medio de la noche? Tal vez Sumire había querido que los descubrieran. Esa idea se instaló en su mente como una amarga certeza.
.˚♡˚.═══════ .˚♡˚. ════════.˚♡˚.
El amanecer pintaba el cielo con suaves tonos rosados y anaranjados, pero dentro del palacio, la oscuridad aún reinaba. Sarada, vestida con un sencillo vestido y una capucha que ocultaba su rostro, se movía con sigilo entre las sombras. Parecía una ciudadana común, pero su porte real era innegable. A su lado, ChouChou, con un atuendo similar, la seguía de cerca, su lealtad inquebrantable.
—Majestad, ¿está segura de esto? — susurró ChouChou. Su corazón latía con fuerza.
Sarada asintió con la cabeza, sin detener su paso. —No hay otra opción, ChouChou. Debemos alejarnos de aquí.
Horas antes habían planeado su escape meticulosamente. ChouChou había estudiado los horarios de los guardias, identificando los puntos ciegos y los momentos de menor vigilancia. Habían elegido un camino poco transitado, utilizando pasillos y corredores secundarios. Cada paso era medido, cada sonido amortiguado.
ChouChou llevaba una bolsa de tela atada a su cintura, donde guardaba lo esencial: algunas monedas de oro, ropa extra y algunas joyas de
—El riesgo es grande, Majestad —dijo ChouChou, su voz llena de preocupación. —Pero su seguridad es mi prioridad.
Sarada le ofreció una pequeña sonrisa, una muestra de gratitud en medio de la tensión. —Lo sé, ChouChou. Gracias por tu lealtad.
Finalmente, alcanzaron la puerta trasera del palacio. ChouChou, con manos temblorosas, descorrió el cerrojo. Ambas mujeres respiraron hondo antes de deslizarse hacia la libertad, hacia un futuro incierto, pero lejos del palacio y del peso de la traición. La bolsa de tela de ChouChou se sentía pesada, pero no tanto como el peso que dejaban atrás.
.˚♡˚.═══════ .˚♡˚. ════════.˚♡˚.
El aire fresco de la madrugada golpeaba el rostro de Boruto mientras se enfrentaba a Sumire en el patio desolado del palacio. No había nadie cerca, solo ellos dos, inmersos en la tensión silenciosa que flotaba en el aire.
Boruto, con la carta aún apretada en su mano, la miró fijamente.
—Sumire, necesito que me digas la verdad. ¿Tú enviaste esta carta?
Sumire, con la mirada baja, negó con la cabeza.
—No, Su Majestad. Le aseguro que no fui yo. No sé quién le envió esa carta. —Su voz era firme, pero un ligero temblor la delataba.
Boruto frunció el ceño, indeciso. La insistencia de Sumire en su inocencia era convincente, pero la duda aún permanecía. —Entonces, ¿qué hacías en el jardín anoche?
Sumire levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Boruto.
—Estaba... paseando. Pensando. No esperaba encontrarlo allí... —Su voz se quebró ligeramente.
Boruto estudió su rostro, buscando alguna señal de mentira. Pero no encontró nada. Sumire parecía genuinamente arrepentida, desconsolada. Una punzada de duda lo invadió. Quizás se había equivocado, quizás había juzgado precipitadamente.
—Está bien, Sumire —dijo Boruto, su voz más suave ahora.—Te creo. —Aunque una parte de él aún albergaba dudas.
Sumire dejó escapar un suspiro aliviado, pero la tranquilidad fue efímera. Boruto continuó, su voz firme: —Pero... a pesar de eso, nuestra relación ha terminado. Amo a Sarada.
La expresión de Sumire se desplomó. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No, Su Majestad, por favor... no me dejes. Te amo. —Le suplicó, su voz quebrada por el dolor.
Boruto se dio la vuelta, sintiendo el peso de la culpa, pero su amor por Sarada era más grande que cualquier remordimiento. Se alejó, dejando a Sumire sola en la oscuridad, con sus lágrimas y su dolor. El silencio de la madrugada lo envolvió, pero también la certeza de que había tomado la decisión correcta, aunque el camino que le esperaba fuera difícil y lleno de dolor.
.˚♡˚.═══════ .˚♡˚. ════════.˚♡˚.
Boruto caminaba a paso rápido por los pasillos del palacio, el sol de la mañana apenas comenzaba a filtrarse a través de las altas ventanas, pintando franjas de luz dorada en el suelo de piedra. La noche había sido larga, llena de dudas y decisiones difíciles. Ahora, la necesidad de ver a Sarada, de explicarse, de pedirle perdón, lo impulsaba con una urgencia que le aceleraba el paso. Su ropa, un sencillo atuendo de seda azul, estaba impecable. Cada paso lo acercaba a un encuentro que sabía que sería difícil, un encuentro que podría definir el futuro de su matrimonio, un futuro que ahora parecía incierto.
Al llegar a los aposentos de Sarada, dos guardias lo esperaban en la puerta. Sus rostros, tensos y preocupados, presagiaban malas noticias.
—Su Majestad —dijo uno de ellos, inclinando la cabeza. —Tenemos un problema. La Emperatriz... no se encuentra en sus aposentos. Tampoco su doncella.
La noticia cayó sobre Boruto como un jarro de agua fría. Una sensación de vacío, de desconcierto, lo invadió.
—¿Qué quieren decir con que no se encuentran? ¿Han buscado?
—Sí, Su Majestad. Pero no hay rastro de ellas. —El guardia respondió con voz baja, casi susurrando.
Un escalofrío recorrió la espalda de Boruto. Una oleada de pánico, fría y punzante, lo invadió. Sarada había huido. La certeza lo golpeó con la fuerza de un mazazo. No era solo una ausencia, era una huida deliberada.
—Busquen por todo el palacio —ordenó Boruto, su voz firme a pesar del temblor interno. —Reúnan a todos los sirvientes. Que la busquen, pero con sigilo. No quiero alarmar a nadie. —Su mente trabajaba a toda velocidad, intentando comprender qué había sucedido. ¿Por qué se había ido? ¿A dónde se habría dirigido?
Entró a los aposentos de Sarada con pasos pesados, la atmósfera silenciosa y fría lo envolvió. El vacío en la habitación era palpable, un vacío que reflejaba el vacío que sentía en su corazón. En el tocador, el espejo estaba cubierto por un paño de lino blanco, y una peineta de marfil yacía abandonada sobre la mesa. Sobre un banco de madera, cuidadosamente doblado, reposaba un vestido de seda azul, listo para ser usado. No había ningún rastro de la ropa que Sarada había llevado la noche anterior, ni de su cama, que estaba hecha con esmero. Su mirada recorrió la habitación, deteniéndose en el pequeño escritorio de madera situado junto a la ventana. Sobre él, un simple papel doblado, sin sello, sin nada que la identificara, descansaba casi imperceptiblemente. Boruto lo tomó con dedos temblorosos. En su interior, solo una frase: "Te espero en el jardín". La misma frase de la carta que él había encontrado en su escritorio. Esta carta, sin embargo, estaba dirigida a Sarada. El significado se le hizo repentinamente claro: Sarada había sido víctima de la misma estratagema. Su mirada volvió a recorrer la habitación, pero esta vez no encontró nada fuera de lugar. Sarada había huido, y él no tenía ni idea de dónde encontrarla.
ESTÁS LEYENDO
𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂 • |Borusara|
FanfictionLady Sarada Uchiha, una joven hermosa e inteligente de carácter fuerte, era la única hija del Duque Sasuke Uchiha. Fue comprometida con el rebelde príncipe heredero Boruto Uzumaki. Esta unión estaba destinada a fortalecer el vínculo entre las dos fa...
