15- Fede: Cambios Extraños

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- Dígame.

- ¿Recordas cuándo me dijiste que si en algún momento decidía irme te fuera sincera? -asentí, aunque no tengo ni la menor idea de cuándo fue eso- Bueno, el jueves que viene me voy a Buenos Aires.

- ¿Qué? -apoye la espalda en el respaldo de la silla contrayendo el estómago por una punzada- ¿Cómo qué te vas?

Arquea una ceja, tal vez por el tono un poco brusco de mi pregunta. Calla unos largos segundos que me incomodan bastante, << ¿Acaso no sabe ya la respuesta? >>.

- Voy a llevar a Antonella a lo de su papá el fin de semana largo. ¿Algo más o me puedo ir a trabajar?

- Pero -me detuve y respire para apaciguar mi tono que ya lo escuchaba subiendo en mi cabeza- El jueves y viernes trabajamos.

- Lo sé -respondió sentándose en el borde de uno de los escritorio que tengo enfrente, cruzando los brazos con una postura totalmente relajada... despreocupada, <<aunque sus ojos, ahora que me mira, dicen otra cosa>>- No te estoy pidiendo permiso -sonríe sin ánimo- Yo te estoy diciendo que el jueves me voy a Buenos Aires.

- ¿Ahora sos la dueña o ya no te importan tus compañeros? -sé que va a estallar en cualquier momento, así que giro en la silla para evitar que vea la sonrisa que quiero ocultar.

- Si no te gusta, podes despedirme -un irritante suspiro se escucha antes de que se dirija a la puerta.

- ¡Ey! -gira, me mira fijo a los ojos y ahí noto el cansancio, la impotencia en su mirada, <<cómo será, que ni me desafía>>- ¿Qué pasa?

- No tengo ganas de discutir Federico -su voz es débil y floja, sin su vibrante intensidad ni calma- Sólo necesito llevar a Anto a lo de su insoportable padre -<<Necesito. Insoportable>>.

- ¿Qué fue lo que pasó Paula? -cerró los ojos, pero no respondió- Pau... ¿queres que te lo pregunte a la noche? -sus ojos se abrieron sorprendidos, no sé si por la manera de llamarla, ya que en la oficina no suelo usar el diminutivo, o por hacer mención a nuestras conversaciones nocturnas.

- No pasó nada.

- Pau... -Un nuevo silencio se apoderó del momento, uno que no es incómodo, como el de los últimos días, sino que transmite un <<aquí estoy para escucharte>>.

- Marco está inaguantable -se mueve molesta agitando las manos para todos lados, yendo y viniendo desde la puerta a la ventana y viceversa- No quiere que Anto se quede sola. No quiere que vaya tanto a lo de las amigas. No quiere que la mande con el primo de Javi. No quiere. No quiere. No quiere venir a buscarla ¡Va! según él no puede, pero se queja de lleno de que Anto no va. Y lo peor de todo es que no me lo dice a mi directamente, se lo dice a ella ¡A ella! Ocho años tiene ¡Maldito hijo de p!

La observó sin decir nada mientras se descargaba de lo que evidentemente la esta carcomiendo por dentro. Jamás la había visto así. Enojada, si. Furiosa también. Desafiante. Enceguecida. Pero esto es distinto.Siempre vi una mujer para la que todo tenía solución, a todo se le podía hallar una solución de manera práctica, sencilla e incluso <<desafiante>>, suele decir. Ahora esta nubilada. Vulnerable.

¿Conoces esa sensación de querer correr a abrazar a alguien y la impotencia contenida por no poder hacerlo? ¿por saber que cruzar ese límite puede empeorarlo todo? Yo no la conocía hasta este instante y es una maldita putada tener que controlarme. Quiero decirle que todo va a estar bien entre mis brazos, pero tengo muy claro que soy la última persona que quiere que la toque.

- ¿Y no pueden hablar para llegar a un acuerdo? Creí que se llevaban bien.

- Nos llevamos bien. Hablamos. Pero ¡grrrr! -cierra el puño con fuerza frunciendo con rabia todo su rostro- ¡que se yo que le pico! Capaz se peleó con la pareja y no tiene a quien más romperle la paciencia.

- No me imagino lo que es divorciarte con hijos -niega con la cabeza- Yo me estaría matando con Carla si hubiéramos tenido hijos -me regala una escasa sonrisa que para mi cumple el fin de mi comentario- Lo hicimos con Pimienta ¡Imaginate pobres hijos! -ahora escucho una escueta risa.

- Yo sé que muchos piensan que la gente cambia cuando se separa, que muestran la hilacha, diría Sonia -toma una profunda respiración con aire a frustración- Pero no creo que sea así. Creo que amamos a pesar de... a pesar de todas las sombras, de lo que no nos gusta tanto y eso no desaparece cuando te divorcias.

- Amar a pesar de... -repito en un casi suspiro.

- Aja. Sobre todo si tienes hijos.

- Supongo que es un compromiso para siempre.

- Si, aún así, no voy a dejar que mi hija sea blanco de frustración de nadie -volví mi mirada a sus ojos que ahora parecían tristes, cristalinos, como los míos- No sé si es o no lo mejor, pero no lo voy a permitir. Así que -estiró su cuerpecito- lo siento Jefe, pero puede descontar el jueves y viernes sin ningún problema -aseguró firme, calma y con un deje de desafío en su voz.

Algo cambió tras el encontronazo que tuvimos después de la fiesta, ya casi dos semanas atrás. No sé qué es exactamente, no puedo descifrar qué es lo qué no funciona igual, pero la relación se siente distante. Es como si Pau hubiera retrocedido varios pasos. Como si su confianza no fuera la misma. Como si meditará y midiera cada una de las palabras que me dice, como si su espontaneidad se hubiera esfumado frente a mi. En algún punto está indiferencia ya no me gusta.

Me jode mucho.
Más de lo que puedo admitir.
Necesito a mi mejor amiga de vuelta.
Las madrugadas de risas.
Quiero de vuelta el desafío en sus ojos.

Ella seguía.... siendo ella, con todos menos conmigo. <<¡Algo tengo que hacer!>>

¿Y si NOS VOLVEMOS a ENCONTRAR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora