< Abril-Junio 2024 > Que amarte a medias no me basta
Me jode mucho.
Más de lo que puedo admitir.
Necesito a mi mejor amiga de vuelta.
Quiero de vuelta la complicidad de sus ojos.- ¿¡Por qué no puedo controlar esta intensidad!? Esta necesidad constante de preferir pedir perdón a pedir permiso. Todo culpa de ese maldito imbécil que tiene de Jefe y que seguro se la quiere llevar a la cama jugando al versito de "triste viudo" mientras le dedica canciones en ese puto karaoke del que ahora todos son fans.
- ¿No fuiste vos quién rompió ese estupido trato que tenían? -pregunta Lucas con tranquilidad y cautela mientras se levanta a buscar un par de cervezas más.
- ¿De qué lado estás? - gritó con furia, no sólo para que me escuche sino para sacar parte de esta bronca con la que me lleva el diablo-. Además, ¡pedazo de nabo! -le doy una pequeña pomada en la cabeza cuando me alcanza la cerveza- ¿No sos mi amigo? No se te ocurrió avisarme que Pau iba a venir para mi cumpleaños.
- ¡Ah! Pero vos no cambias más, culiado -exclama en un falso enojo con sarcasmo- ¿Cómo crees qué yo iba a saber que entre ustedes había una tradición cumpleañera? Si es la primera vez que contás algo de lo que te pasa con Pau. El nabo sos vos, que sabiéndolo invitas a la minita que te estas culiando mientras lloras por Paula.
- No estoy llorando por nadie -resoplo con fuerza lanzando un almohadón contra la pared- Además, hace meses que ni siquiera me llama., cómo iba saber que esa tradición todavía le importaba.
- Te recuerdo que no te llama, porque la última vez que hiciste un berrinche en el karaoke le dijiste que ya no te llamará y estimo que...-se detiene pensativo, supongo buscando las palabras justas para que no le tire la botella por la cabeza en un nuevo arrebato- con esa frasesita de "vos y yo no somos nada", cuando te vio tan acaramelado con Patricia, ya no hay mucha vuelta atrás, macho. Todavía no sé cómo se animó a venir después de todo lo que le dijiste en Buenos Aires, yo ya te hubiera tirado unos cuantos ceniceros por a cabeza-chasquea la lengua junto con unas palmaditas, supongo que de aliento, sobre mi hombro al tiempo que emite una carcajada.
- Porque es Pau -digo en un susurro, más para mi que para que Lucas me escuche.
- Pero lo siento, amigo, no creo que te vaya a esperar de por vida a que madures -veo como niega con la cabeza- Ya no tenemos 15 años.
- ¿Y si la voy a buscar?
- Dale espacio. El mes que viene, si no le entendí mal al cronograma de Celes -dice riendo- vienen para el cumpleaños de Sonia.
- Pero necesito hablar ahora con ella -me levanto de un salto del sillón, inquieto, molesto, sin poder dejar de rascarme nervioso y exaltado la nuca.
- Mejor ahora concéntrate en el torneo que tenemos el fin de semana. Seguro más calmado se te ocurre alguna manera de no volver a cagarla.
- Es muy complicado, el amor no debe doler -susurro muy bajito esa última frase de Pau, esa que con tristeza y decepción quedaron resonando en mi cabeza justo antes que se dé media vuelta, dejándome con la boca abierta y las palabras atascadas en la garganta al quedar en una especie de shock cuando sin reparo me echó en cara que ella "no era Carla".
Sé que mentí al no reconocer que quería ir a buscarla y reparar las cosas. Sé que le mentí al decirle que no somos nada. Pero necesitaba que me pregunté por qué, que se la juegue por mi, que me demuestre que pase lo que pase, que sin importar la cagada que me pudiera mandar ella iba a estar ahí y no como Carla.
***
Entre paradas para besarnos, riendo a carcajadas de sus ocurrencias y divagaciones, llegamos a nuestro destino: el umbral de mi casa. Una vez que traspasamos la puerta, mis manos firmes y fuertes la alzaron haciendo que sus piernas rodearán mi cintura. Su cuerpo quedó atrapado bajo mi torso y la pared mientras sentía que me comía la boca con una pasión diferente a la de siempre. Me tomó con gula, con avaricia, con un furor que me excitaba sin siquiera haber pasado de la entrada. Clavé la mirada en sus ojos oscuros, penetrantes, traviesos. En medio de un cúmulo contradictorio de sensaciones vi en ellos que era una nueva despedida, está vez era diferente, algo me decía que no había vuelta atrás. Me recorrió un tornado de furia, rabia, ardor y fogosidad que arrasó con todo, dejando en ese instante sólo la lujuria del momento, la intensidad del placer de quererte de nuevo entre mis brazos.
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¿Y si NOS VOLVEMOS a ENCONTRAR?
RomanceA veces el amor no es suficiente para tanta intensidad. A veces la conexión es tan profunda, que no sabes qué hacer con ella. A veces dejar ir ese amor que no nos hace bien, es el camino, porque ya esta doliendo. Porque a veces las heridas ahogan, a...