32- Fede, Te vi

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🎶 ...No sé qué tiene tu mirar
Será tu forma de bailar
Cuando nos besamos
Sentimos que nos gustamos
Y cuando te tengo en mis brazos
El tiempo pasa volando, oh, oh 🎶

Unos galancitos se acercaron para sacarlas a bailar. Desde acá noto que tienen la edad de Flor, más o menos, y también como está busca la aprobación de su amiga. Veo que Pau asiente dispuesta a disfrutar de la compañía de un joven buen mozo, diría mi abuela, de esos de ahora que se la pasan en el gimnasio. Sin embargo, antes de poder darle la mano me sorprendo agarrando su cintura y haciéndola girar para que me mire a los ojos.

🎶 ...Nos dimos par de picos y no ha pasado nada
Sólo quería saber si te gustaba
Cuando te reías, me encantaba
Y yo como loco, perdido en tu mirada

Ese beso que nos dimos en la noche mientras bailabas
Son cosas que no me esperaba
Sentí que yo te gustaba (¡Eh!)... 🎶

No dijo nada.
No dije nada.
Las palabras sobran.

Nuestros cuerpos casi pegados, producto de mi brazo que con firmeza rodea su cintura, las miradas entrelazadas, una sonrisa socarrona y la letra de "Te vi" lo dicen todo. Las voces de los chicos de Piso 21 marcan nuestros siguientes movimientos.

🎶 ...Tiene la fórmula y la actividad, eh
Dame una vueltica y empieza a bailar, eh
Tú me gustas tanto, que si tú te vas

🎶Me pongo nervioso y empiezo a temblar
Ya no me interesa', mami, las demás
Con ese cuerpazo y acércate más a mí, a mí (A mí)
(¡Eh!)... 🎶

"Acércate más a mi", fue el momento exacto en que soltó la mano con la que la hice girar. Mis antebrazos sostienen la parte baja de su espalda mientras los dedos de mi mano derecha la tocan con suavidad por encima de la remera, queriendo por un instante sacarsela, y los de la otra se aferran con fuerza a la botella de cerveza. En cambio sus antebrazos se abrazan entre sí rodeando con este acto mi cuello. Se pone de puntitas de pie para ganar altura y se acerca mucho más a mi rostro. Lo suficiente como para que mis ojos queden justo frente a los de ella y que su perfume logre invadirlo todo.

- No creo que quieras romper tu soltería con complicaciones -susurró jadeante por sobre mi boca, dejándome sentir su respiración agitada y entrecortada sobre mis labios.

- Ni vos romper tus barreras con un mujeriego -murmuré con la voz ronca, sin apartar mi mirada de su boca, regalándole una de esas medias sonrisas traviesas que ya me percate que la hacen ponerse inquieta.

Mi espalda descansó sobre la pared cuando me acorraló hasta ella en respuesta a mi desafiante propuesta. Su mirada está firme sobre la mía. Esa misma que con cada roce de las yemas de sus dedos por la piel del límite que separa mi pantalón y bóxer se vuelve más oscura, más salvaje. Esa que se intensifica al morder mi labio inferior tan cerca de su boca a la vez que su otra mano se sumerge en mi cabello descontrolado. Aferró con mayor vigor su cintura y con la otra mano aprieto su culo, <<Ese que me vuelve loco>>, atrayéndola con firmeza a mi cuerpo. La pego todavía más para dejarla sentir mi erección sobre su sexo, <<para que sienta lo ilogicamente loco que me vuelve>>, mientras su boca me devorá e introduce entre mis labios su habil lengua. Una lengua que se mueve posesiva y juguetona luchando con la mía.

- ¿Vamos? -pregunto jadeante entre sus labios. Pero no responde, no con palabras.

En su lugar apoya sus codos sobre mi pecho buscando alejarse un poco. Toma mi cara entre mis manos. Sonríe tratando quizás de calmar a su cuerpo. Respira y comienza a llenarme de besos todo el rostro. Suaves, húmedos y pequeños besos que quieren dar respuesta, pero hay algo más en ese gesto, en su mirada, <<¿miedo?>>. La levantó despacio por los aires desde la cintura. La bajo a mi lado y entrelazo sus dedos con los míos, tomando su mano con determinación hacia la salida.

El rocío de la costanera me envuelve en un escalofrío producto del frío golpeando en mi piel ardiente. El viento sobre mi rostro devuelve el aire a mis pulmones. Un respiro para pensar, para calmar esta adrenalina y excitación que me recorre al querer tenerla ya con sus piernas rodeando mi cintura.

Su mano pequeña y delicada parece acoplarse perfectamente a la mía, <<¿y desde cuándo pienso en esas cursilerías justo cuando estoy por follarme a alguien?>>. Pero es que no es alguien, es ella, es Paula. <<¿Cuál es el instante dónde cambió todo?¿Dónde decidí tirar por la borda las pocas reglas que tengo?>>. Todavía puedo cambiar el rumbo. Una profunda bocanada de aire me da el valor para voltearme y quedar frente a ella. Su mirada frágil y a la vez encendida me desconcierta, me enloquece, me confunde, <<¡Carajo!>>.

- ¿Chocolate? -digo al recordar una vieja conversación nocturna de Tinder sobre qué se te antoja después de tener sexo.

Rodeo con suavidad su cintura, atrayendo su cuerpo al mío con delicadeza, apoyando mi otra mano en su cuello, entre el hombro y la oreja para poder acariciar su mejilla y a su vez traer sus labios hacia los míos. La beso despacio, como ella hace un rato atrás, esperando un pase para poder continuar.

- De marroc -contesta sobre mi boca y abraza mi cintura con sus brazos.

- Marroc será entonces -me separo, le doy un mordisco rápido y juguetón en su cuello antes de dirigirnos a la habitación sin dejar de besarnos, tentarnos, desafiarnos.

¿Y si NOS VOLVEMOS a ENCONTRAR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora