29- Pau, Confesiones: Soltalo ¿qué es lo que queres?

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- ¿Podes dejar de mirarme así?

- Así ¿Cómo?

- ¿Cómo lo estás haciendo?

- ¿Y cómo lo estoy haciendo?

- ¡Dios! -exclamé exasperada cerrando los puños. Frene la película y me senté de costado mirándolo fijamente a los ojos- Soltalo ¿qué es lo que queres?

- ¿Qué? ¡Nada! -esquivo mi mirada moviéndose inquieto en el sillón y paso nervioso su mano derecha por la nuca. Entonces levantó la cabeza, se cruzó de brazos, arqueo una ceja en alto y volvió la mirada hacia mí para continuar- ¿Puedo preguntar algo?

- ¿Desde cuándo el señor Miuller pide permiso? -abrí los ojos sorprendida escondiendo una sonrisa.

- En Buenos Aires -balbuceo frenando un instante, supongo que intentando buscar las palabras correctas, aunque en Federico eso pareciera increíble- Cuando me contaste lo de tus experiencias se me pasó por alto algo que después me generó mucha curiosidad -hice gesto con la mano para que no se detuviera- Es que...

- ¡Vamos!¡Como venga! -chasquee la lengua- Aunque estoy más que segura que llevas varios días pensando en cómo preguntarlo.

Reí acostándome sobre el respaldo del sillón sin poder evitar sentir mucha ternura por el Federico cauteloso que tengo frente a mí, y a la vez algo de temor por las preguntas que se dejan entrever. Porque aunque todavía no las haya esbozado instruyó por dónde viene su curiosidad y dudó que le pueda dar las respuestas que está buscando. De hecho no sería la primera vez que huyó de quedar expuesta en estos temas, incluso siendo Celes la que indaga.

- Estuviste sólo con dos hombres -afirmó despacio con voz suave al tiempo que asentí- el último fue Marcos -asentí- ¿Por qué tardaste tanto para tener tu primera vez? -pregunto bajando un poco más la voz, quizás con temor a que me enojará, pero con una inquietud que deja ver la curiosidad que, conociéndolo, seguramente lo está carcomiendo hace días.

- Te lo dije -respondí con una amplia sonrisa y un sentimiento que no logro describir pero que nace de la dulzura que me transmite este Fede tímido y hasta vergonzoso diría yo, al tiempo que acomodo mis piernas en posición de indio- Estaba cansada de esperar al amor verdadero, de esperar a sentir las mariposas en la panza, de soñar con que un chico me mirara como si fuera única.

- Pero...

Se paró de un salto moviéndose de un lado al otro como si estuviera intentando ordenar algo en su cabeza, quizás las miles de preguntas qué tiene para hacer y que siempre suele expulsar sin medir consecuencias, pero qué esta vez parece intentar controlar.

- Pero pasa que yo no siempre fui la Paula que vos conoces -dije tomándole suavemente la mano para que se quede quieto, sin poder dejar de sonreír y con unas ganas tremendas de abrazarlo muy fuerte para que esta versión nunca se aleje de mí.

- ¿Cómo? -frunció el ceño sorprendido.

- Digamos que en mi vida tuve tres etapas que me llevaron a ser quién soy hoy -volvió a sentarse en el sillón pero esta vez más cerca mío, con los ojos sumamente abiertos y una actitud que se parece a la de un niño que tiene toda la atención puesta en ese video de youtube que estaba esperando ver- La última es la que más conoces y está básicamente marcada por Marco, además de Anto ---asintió sin sacarme los ojos de encima.

>>> La anterior comenzó digamos que cuando conocí a Celes -note como tragar saliva parecía un acto lento y doloroso- Cuando ella apareció en mi vida yo era una persona completamente diferente a la versión actual. De hecho era todo lo opuesto, cien vueltas girando hacia atrás, en dirección contraria y a miles de kilómetros luz -especifique largando una carcajada mientras me tiraba hacia el respaldar del sillón intentando relajarme para continuar- Su presencia en mi vida hizo que diera un giro que no esperaba, que no creía que fuera posible, aún así en ciertos momentos me perdí mucho, me volví a hundir y aunque ahora veo las lecciones en ese entonces no me sentía igual.

¿Y si NOS VOLVEMOS a ENCONTRAR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora