Confesiones bajo las estrellas ==> Domingo 10/10
- Si estás pensando en mí, te digo que sigo esperándote -Mike me abraza por el cuello desde atrás y su irónica voz me saca de mis enredados pensamientos.
- Es que no puedo vivir sin ti -puse cara de puchero mirándolo de costado- ¿Cuándo lo vas a comprender? -reímos cómplices de nuestras tonterías al tiempo que Mike se acomodaba a mi lado.
- Te gusta más de lo que podes admitir, saltamontes, ¿verdad?.
Me mira fijo a los ojos buscando la respuesta en ellos, lo sé porque yo solía hacer lo mismo. No respondo, en su lugar vuelvo la mirada a la extensa ciudad de Buenos Aires que se despliega frente a nosotros. Desde la terraza del pub se abre un extenso cielo con alguna que otra estrella que se deja ver, pero con miles de lucecitas que surgen desde las ventanas de los edificios de diferentes alturas que tiene esta ciudad. Es todo lo contrario a lo que suelo ver desde Carlos Paz, aún así me encanta, <<¿o quizás era la compañía lo que extrañaba?¿o quién era junto a ellos?¿o está versión de mí? o...¿quién sabe?>>.
- No sé de qué hablas.
- Te recuerdo que te conozco demasiado siamesa mia -no pude evitar reír al recordar ese tonto apodo que nos ponían en viejos tiempos.
- Sólo somos amigos, Mike.
- Tu voz de resignación y ese deje tristeza no dice lo mismo -sonreí ante esa manera tan suya de decirme las cosas- Además no creas que no vi como me engañabas con sólo mirarlo -lance una carcajada ante su ocurrencia.
- Estás tan demente ¡como siempre! -pasó uno de sus brazos por sobre mis hombros.
- ¿Qué sucede? ¿Sabes que siempre vas a ser mi chica, no? -susurro muy cerca de mí esa frase que era nuestra, que era parte de un pacto que ambos habíamos hecho muchos años atrás como parte de una amistad eterna, independiente, libre e incondicional que siempre nos recordaba que podíamos confiar en él otro a pesar de todo- ¿A qué le tienes miedo?
- Somos grandes, Mike, ya no tenemos 20 años, si alguien quiere algo con vos te busca y ya, sino es porque no quiere nada.
- ¿Desde cuándo la etiqueta de edad te impide hacer cosas?
- No es eso -di un largo suspiro, ni yo entiendo lo que quiero decir- Sólo que no importa si me gusta o no, somos sólo amigos. Fede es mi jefe y amigo de mi cuñado. Yo soy la empleada y amiga, nada más.
-A mi me importa -gire la cara hacia él- y veo que esta vez estás bastante pillada mi pequeño saltamontes. Tanto que el vértigo y adrenalina te asustan.
- Ya no soy tu saltamontes -le di un hombrazo- Esa Pau ya no existe y...
- Y te encanta estar con él, eso lo veo mi pequeño saltamontes, te conozco, aunque creas que "esa Pau ya no existe" -me hizo burla repitiendo mis palabras- Pero no logró ver a qué le tienes miedo.
- No tengo miedo Mike, sólo que él no me ve de esa manera, ¿lo entendes? -voltee apoyando mi espalda en la pared de la terraza, mirando desde lejos como Fede reía y tomaba con el resto del grupo- ¿Por qué miraría a alguien que no me corresponde? Somos grandes, no estamos para jueguitos de niños de 15 años. Me gusta tenerlo en mi vida, no tengo muchos amigos allá y no quiero arruinarlo por una noche que ni siquiera está en vista.
- ¿No sé lo dijiste, no? -suavizó su tono hablando muy bajito.
- Ni a él, ni a nadie -lo fulmine con la mirada- Además fue hace tanto tiempo que no vale la pena.
- No me mires así, que sólo preguntaba -me beso en la cabeza- ¿A Celes tampoco?
- Sabe algo. Por arriba. Sin detalles.
- No importa la edad. No necesitas saberlo todo -me rodeo con sus fuertes brazos por la cintura- Es hora de que vuelvas a sentir, a dejarte llevar, a ser una niña soñadora -me levantó por el aire y comenzó a girar riendo como un niño haciendo travesuras.
- ¡Mike!
- Prometelo.
- ¡Mike! Dale que sabes que me mareo -grite entre carcajadas y patadas.
- Promételo pequeño saltamontes.
- ¡Basta! Lo prometo.
- Siempre vas a ser mi pequeño saltamontes -dijo al tiempo que me bajaba para luego darme otro beso sobre mi cabello sin dejar de abrazarme fuerte por el cuello.
- ¿Te vas a volver a ir?
- No -hizo una larga pausa- no lo sé -dio un ruidoso suspiro y me abrazó más fuerte gruñendo- Yo también los extrañe.
- ¿Qué pasó con Katrina? -pregunte mientras comenzábamos a bailar una canción de Sebastaían Yatra que sonaba de fondo- Pensé que era la indicada, ¡un año y medio! es un logró en tu cuaderno de enamoramientos.
- Si, yo también -un aire de tristeza mezclado con melancolía y nostalgia se dejó entrever en su voz. Lo abrace más fuerte- En el último viaje que hicimos a Irlanda me encontré con una pareja de ancianos que llevaban juntos 50 años -me separé un poco de su cuerpo y al mirarnos los dos reímos con los ojos abiertos de par en par- ¡Si, tal cual! ¿Quién te aguanta cincuenta años?
- Yo te aguanto, pero como amigos y vidas separadas -dije irónica.
- No pude con mi curiosidad y le pregunté cuál era la fórmula. ¿Sabés qué me respondió? -negué con la cabeza- Que estar enamorado no era lo mismo que amarla. Y que ese amor es lo único importante para volar juntos.
- ¿Cómo sería eso?
- No me lo quiso explicar. Dijo que cuando encontrará a la mujer de mi vida lo iba a entender.
- Ya lo vamos a entender Mike... y sino nos vamos a tener el uno al otro para levantarnos el ego -sonreí al escuchar su risa.
- Te extrañé.
- Yo también amigo, yo también.
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¿Y si NOS VOLVEMOS a ENCONTRAR?
RomanceA veces el amor no es suficiente para tanta intensidad. A veces la conexión es tan profunda, que no sabes qué hacer con ella. A veces dejar ir ese amor que no nos hace bien, es el camino, porque ya esta doliendo. Porque a veces las heridas ahogan, a...