48- Pau, Te olvidaré

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<Junio- Diciembre 2024>

<< Te soñaré, te extrañaré, y aunque ya no te pueda ver te inventaré... me llamarás, contestaré y con mi voz sé que estoy bien nos mentiré...>>, cantaba la voz de Tini a través del auricular, colándose con ella un cúmulo de emociones que no recordaba haber experimentado jamás. Una vez más una montaña rusa que venía asociada a él, a pesar de que no se diera cuenta.

Siempre amé las canciones románticas. Sin importar el género musical, su versión o mi estado de ánimo, ellas siempre me transmitían paz, calma, amor. Pero esta vez es diferente. <<Cada beso tuyo lo recuerdo como ayer...>>, y con esa frase fue la primera vez que una canción me sabió a dolor, a tristeza, a recuerdos, a nostalgia... << y cuando ya dejé de contar cada segundo, cuando los lugares ya me dejen de doler, y cuando por fin no seas el único en mi mundo .... te olvidaré>>. Y a la vez a esperanza, a sonrisas, a aventuras, a expansión. <<Te olvidareeee...>>, resonaba en mí junto con la mirada perdida en el río, en las aguas de la costa de Martinez. Observando a la distancia como entre nubes oscuras se escondía una luna llena que parecía estar posicionada detrás del sol.

Una lágrima se me escapó entre los ojos en el mismo instante en que una mano rozaba mi hombro. Al darme vuelta me encontré con su cálida mirada y un nudo en mi garganta se hizo aún más fuerte mientras se sentaba a mi lado en silencio, tomando uno de los auriculares, perdiéndose junto a mi con la vista en el horizonte. Tomó mi mano, como cuando éramos niñas, y la sensación de asfixia, de ahogo, de temor se empezó a desvanecer para entonces dar paso a un mar de lágrimas sin control.

- Se terminó -susurre con un hilo de voz.

- Lo sé -escuché decir a Celes a la vez que sus brazos me rodeaban con todas sus fuerzas, mismas con las que sentí que mi llanto comenzaba a hacerse más profundo, tanto como ese dolor que no recordaba haber sentido hasta hoy- Lo sé, amiga.

No hizo falta que dijera nada más. Me soltó. Tomó mi mano izquierda y la entrelazó con la suya, poniéndolas boca arriba, para que nuevamente en medio del silencio pudiera encontrar las respuestas. Baje la mirada hacia nuestros antebrazos y ahí las encontré. Un camino de mariposas. Cinco que partían desde Celes haciendo un camino que llegaban hacia las cinco que terminaban en mí, todas de diferentes tamaños y formas. Volví la mirada a la profundidad del río, de la distancia, del horizonte de la noche, sintiendo que el viento que se levantaba me permitía respirar otra vez. Cerré los ojos y rememorié el día que esos tatuajes llegaron a nuestras vidas. << Volar. Soñar. Transformarnos >>, eso significaba para nosotras, y con ellas comencé a transformarme una vez más, a volar... a soltar.

<< No puedo perderlo como amigo, pero tampoco puedo seguir anclada a esto que siento, sin avanzar. Él no me quiere como yo >>, le había expresado con enojo y frustración a Celes semanas atrás. No quería perder su amistad, ya lo hice una vez y lo amo demasiado, pero no soy de las que suplican por amor, menos de las que pretende cambiar a las personas o que sean algo que no son, que hagan cosas que no pretenden o sienten por ella. Quizás sea momento de seguir, me sugirió y no se equivocaba. Esa conversación ya la habíamos tenido varias veces, no era la primera vez, pero si iba a ser la última, ella lo supo y yo también cuando escuche su respuesta. Hasta entonces siempre tiraba para el lado del amor, lo bien que nos veía a pesar de insistir que éramos sólo amigos con beneficios. Como nos complementabamos, peliabamos, reíamos y (según sus ojos) hacíamos que el amor se viera divertido, sencillo y fluido. Yo no pensaba igual o quizás fuera que empecé a sentir que deseaba más de lo ya teníamos.

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