40- Fede, el trato

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Quería, necesitaba poder dejar la mente en blanco y que ella dejará de colarse entre mis recuerdos llenándolo todo de miles de emociones que estaba completamente seguro que no quería que estuvieran allí. Reflejos en mi mente donde imaginaba teniendola de nuevo entre mis brazos me sacaban de quicio, porque... <<porque esa opción ahora estaba más lejos que nunca>>.

Mis dedos se deslizaron por sus mejillas frías producto del viento. Noto como contiene el aliento, como su cuerpo se estremece bajo ellos. Está tan cerca que su respiración acaricia mi piel. Acerque mi boca a su oreja y susurre contra su lóbulo izquierdo.

- Te extrañe.

- ¿Qué?

- Te extrañe.

Su risa me envolvió y sin darme cuenta la besé llevándome conmigo ese sonido que extrañaba tanto. Necesitaba con desesperación e impaciencia esa boca. Gimió contra mis labios mientras nuestras lenguas se entrelazan, se retan como si llevaran una eternidad deseando encontrarse. Atrapé con mis dientes su labio inferior, ese mismo que siempre me desesperaba, y lo mordisquie con sutileza posando una mano en su espalda y enterrando la otra en su cabello. Profundizando el beso. palpando su suave piel bajo la remera e intentando retener cada una de sus expresiones cada vez que la rozó en una parte distinta. Tratando de encontrar esos puntos que la hagan delirar de placer.

Y de pronto, no sé cómo llegamos a la pileta.

Y de pronto, aquí estábamos otra vez.

Sus ojos oscuros y penetrantes, su mirada impetuosa retándome, su cálido y agitado aliento haciéndome cosquillas sobre mi boca, mi firme y fuerte agarre sobre su cintura, la noche cubriéndonos mágicamente por el cielo estrellado y los grillos cantando para nosotros su melodía. Ahí estábamos, en la exclusividad de la soledad que nos rodea tentándonos a romperla. Y lejos de apartarse noto como se acerca cada vez más. Estoy hipnotizado con su boca. Con esos labios entreabiertos que respiran chocando contra mi cuerpo, haciéndome sentir un intenso cosquilleo que pareciera recorrerlo como electricidad. No sé porque me tienen fascinado, hay algo diferente en ellos desde la última vez que los tuve entre los míos, pero no logro saber qué es.

Levantó los ojos buscando en los de ella ese descaro que tanto extrañe pero me encuentro con su mirada detenida en mis labios. Sus brazos se mueven sobre el agua al costado de su cuerpo hasta que una de sus manos se posa tras mi nuca, y la otra se entierra en mi cabello al mismo tiempo que sus dientes rodean suavemente mi labio inferior. Lentamente comienza a darles pequeños mordiscos, como si quisiera probar su sabor, comprobar su textura, deleitarse con cada movimiento. Como si con ese sensual y dulce beso estuviera pidiendo permiso o comprobando si su deseo es correspondido. << Después de todo este tiempo... me sigue excitando como loco >>.

- ¿Así está perfecto, Jefe? -enfatizó en esta última palabra de manera sensual y provocadora contra mis labios.

- No lo sé -dije dubitativo y sarcástico con un hilo de voz entrecortado, abrazando su cintura con fuerza para atraerla más a mi y profundizar ese beso.

- Entonces -beso el surco izquierdo de mi labio- vamos -beso mi mandíbula- a tener -tironeo del lóbulo de mi oreja con sus dientes- que seguir -beso mi cuello- probando --susurro muy bajito acariciando con su aliento mi oído, dando un paso hacia atrás para dedicarme una sonrisa de lado mientras su mirada traviesa se volvía salvaje.

Enloqueciendome por completo cuando dos segundos después sus brazos se abrazaron por detrás de mi cuello dándole el envión necesario para que sus piernas rodearon mi cintura y su lengua, <<¡Mierda!>>, su lengua comenzará sin ningún tipo de reparo a incitarme, a tentarme, a encenderme de una manera que hace meses no me pasaba.

¿Y si NOS VOLVEMOS a ENCONTRAR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora