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¿Pero de qué serviría desactivar el artefacto si la estrella ya explotó y su energía estaba llegando a la tierra?

Krimson había señalado que el artefacto era una representación de la estrella y de la constelación en la que estaba ubicada.

-Porque es una explosión sucesiva-dijo el secretario-. No sabemos cómo están organizadas las partes de ese astro. Nuestra civilización no lo conoce, jamás lo han detectado nuestros satélites ni telescopios. Sólo los mayas lo conocieron. Una estrella oculta en una región del espacio en la que, por alguna razón, pudo haber adquirido esa invisibilidad. Krimson indicó que tenía varios núcleos, o un núcleo dividido en varias partes independientes, y que éstas no estallarían todas al mismo tiempo. Se separarían, se alejarían, y cada una lo haría en determinado momento. Todavía podemos impedir que sigan estallando. Supongo que eso es lo que pretende el coronel.

No supe qué decir. Imaginé ese astro gigantesco dividiéndose en la inmensidad del espacio, y cada una de sus partes tomando un rumbo diferente. El secretario tenía razón. Eso estaba señalado en la libreta. También se decía allí que había núcleos menores y mayores. Los mayores, los más peligrosos, estallarían después que los menores. Es decir que, en cierto modo, era posible detener la catástrofe, o evitar una catástrofe peor.

-Allí está-dijo luego el secretario-. Ésa es la isla, y allí está la otra embarcación. 

El devorador de planetas y otras historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora