CAPÍTULO 1 HERIDAS

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La mujer conduce por las calles del pueblo en su imponente automóvil atrayendo las miradas de todos; se permite apreciar sus calles y a sus habitantes a su paso mientras disfruta de su música K-pop y el aire acondicionado que la protege del caluroso ambiente de afuera. Los mismos puestos de comida, las mismas tiendas, los mismos restaurantes, un tanto cambiados por los años, sí, pero lo mismo de todo al fin y al cabo.

Al doblar la esquina para entrar a su hermosa ciudadela imperial, está tan concentrada en cambiar la canción que se está reproduciendo, que en cuanto levanta la vista se encuentra de frente con una bicicleta enorme que no puede evitar chocar por mucho que meta el freno; ahí va su pintura y un montón de dinero que le costará.

—¡Fíjate por donde andas! —se baja del carro examinando su pintura.

Un rayón bastante pronunciado en el bumper no le saldrá nada barato, sobre todo por la gama del vehículo. Ni siquiera le importa el reguero de cosas que está intentando levantar la chica que venía manejando aquella bicicleta o el raspón enorme con sangre que le impide caminar con normalidad.

—¡Fíjate tú, idiota, esta es una entrada residencial y venías rápido! —la encara la adolescente—, además vi que venías bien distraída porque te grité para que te detuvieras.

—¡Mocosa insolente, a ver cómo le haces para pagarme la pintura del carro!

—Y a ver cómo le haces tú para pagar los huevos que se rompieron y mi rodilla —señala su herida.

—¡Por favor! —ríe irónica—. La rodillita te la limpias con Isodine y tengo suficiente dinero para comprarte un gallinero enorme.

—Pues qué bueno que lo mencionas, así te pagas tú misma tu pintura por irresponsable, permiso.

La joven levanta su bicicleta y sus bolsas de mercado chocándole el hombro al pasarle por el lado, se adentra a la unidad residencial siendo saludada amablemente por el portero y la chica de cabello castaño se queda de pie asombrada por su insolencia.

—Deja que averigüe dónde vives, mocosa del demonio.

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Sana Minatozaki entra a su casa dejando sus llaves y su bolso en el desayunador pasando de largo a tomarse un vaso de jugo de naranja, aquella mañana fue tan exigente y agotadora, ¡y apenas es mediodía!, lo que le falta de pendientes por resolver.

Se recoge su largo cabello rubio en una coleta y se hace aire con las manos. El día afuera nunca había estado tan caluroso, aparte su camiseta de botones de mangas largas y su falda de tubo con medias no están ayudando en nada a regular su temperatura corporal.

—¿Tienes idea de por qué canceló?

No, señorita Minatozaki, simplemente llamó porque quería hablar directamente con usted, parecía urgente, pero le dije que no estaba y eso fue todo, colgó.

—Me preocupa, Jocelyn nunca cancela su terapia, algo debió ocurrirle —suspira triste.

¿Quiere que intente comunicarme con ella?

—Por favor, Soyeon, y dale mi número personal para que me llame o me escriba.

¿Está segura?

—Muy segura, hazlo y me mantienes al tanto.

Está bien.

Sana corta el teléfono con un suspiro preocupado, hace tres años que está atendiendo a Jocelyn Franco por maltrato recibido por parte de su esposo y le preocupa ahora, ya que la mujer nunca falta a sus terapias. La mujer de 35 años fue abusada y golpeada por su cónyuge durante sus diez años de matrimonio; es un alma tan destruida que no pudo negarle la ayuda cuando se la pidió un día que fue a parar a su consultorio en busca de ella, a pesar de que la chica solo trabaja con niños.

UNA PARTE DE MI SIN TI // MITZU // (MINA+TZUYU TWICE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora