CAPÍTULO 57 HIRAI

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A tres días del juicio contra los Hirai, el detective Chávez no aparece por ningún lado con la información faltante en el rompecabezas, lo que ya preocupa de más a Sana y Momo, pues tampoco responde su teléfono ni mensajes.

—Enserio Momo, me empiezo a preocupar, ¿y si le pasó algo?

—Entonces será mucho más lo que mis padres tendrán que explicar en la corte el lunes.

—¿A dónde vas?

—A buscar las respuestas yo misma.

Momo toma las llaves de su carro y su bolso sin prestar atención a las súplicas de su esposa. A toda velocidad se dirige a la casa del detective Chávez donde al llegar no obtiene respuesta al llamar varias veces al timbre, la casa parece deshabitada.

Frustrada y más preocupada aun temiendo lo peor por el pobre hombre, decide hacer caso a los mensajes de Sana de volver y lidiar con ello después, pero la rabia y la decepción son tales, que da vuelta seca a las llantas de su Audi y se dirige a la boca del lobo directamente.

—Llegó el momento de enfrentar tus miedos, Momo.

La casa de sus padres está tal cuál como la recordaba, enorme y ostentosa. Momo siente un revoltijo en el estómago al recordar cómo es que fue ganado todo lo que tienen los Hirai, ella misma desde niña, todos sus lujos, ropa, zapatos, carro, estudio, fueron a base de torturas y guerra de inocentes, ahora lo ve todo muy claro.

En más de ocho años la entrada automática no le ha sido negada, lo que agradece. Deja su vehículo a un costado de las lujosas camionetas de sus progenitores y se pone frente a la puerta de madera sintiendo escalofríos.

—No es momento de temer, Momo, esta es tu venganza y la vas a saborear muy pronto —se envalentona a sí misma—. Tienes una esposa y un hijo al que proteger, no puedes ser una cobarde.

La servidumbre le da paso a la que alguna vez fue su casa con la misma amabilidad con que siempre es recibida por aquellas personas que la vieron crecer y cuidaron de ella cuando sus padres estaban muy ocupados como para prestarle atención.

—El buen hijo siempre regresa a casa...

Aiko Hirai vestido de traje hace presencia en su living delante de su descarriada hija, quien lo mira con desprecio y algo de miedo. El hombre luce de cerca mucho más viejo y sin tanto cabello como Momo solía recordarlo: cuando cumplía muy bien su papel de padre consentidor, en su niñez cumpliéndole cada capricho a la ingeniera; sin embargo, su energía es igual e incluso mucho más pesada que lo que recordaba: un hombre con poder y orgullo, fuerte como una roca y de corazón tan negro como su misma alma que Momo piensa, le pertenece al mismísimo diablo.

—¿Dónde está el detective Chávez?

—¿Perdón?

—No te hagas, desaparece el pobre hombre a tres días del juicio y tú como si nada.

—No tengo ni la menor idea de lo que estás hablando.

—¿Qué te parece si nos ahorramos la humillación de un juicio para ti y mamá y nos sinceramos ahora mismo? —se planta delante de él con valentía—. ¿Qué carajos fue lo que le hiciste a mi hermano? —va directo al grano—. ¿Cómo es posible que seas tan mierda de enviar a tu hijo a semejante lugar y no contento con eso, años después a tu hija? Nos vendiste al mismísimo demonio y nos encerraste en el mismísimo infierno para obtener lo que querías.

—No voy a responder a ninguna de tus acusaciones fuera del tribunal, así que pierdes tu tiempo desgastándote.

—Te voy a desenmascarar, Aiko Hirai, a ti y a todo tu nido de ratas —amenaza viéndolo fijamente—. ¿Querías una hija abogada? ¿¡Pues qué crees?! Te vas a cagar encima cuando veas cómo tu propia princesita te da tu merecido en tu propio jueguito enfermo, no te tengo miedo.

UNA PARTE DE MI SIN TI // MITZU // (MINA+TZUYU TWICE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora