Capítulo XLIV: Caída libre

70 15 10
                                        

La voz me atraviesa el plexo solar y cierro los ojos con más fuerza hasta que duelen. Mi respiración se entrecorta y puedo sentir una fina capa de sudor en mi frente. Sin embargo, aún no me siento real. No del todo. El piso vibra y oigo cristales estallarse contra el suelo y arena deslizarse desde el techo. Me arden los ojos mientras se llenan de lágrimas. Hay algo más aquí conmigo. Y no es la fuente de la voz, es otra cosa. Jadeo intentando contener un sollozo. Es miedo. Un miedo tan contundente que siento que está vivo, respirándome en el oído. Casi puedo tocarlo. Casi puedo oler su cálido y putrefacto aliento. Casi puedo sentir sus garras a punto de despedazar mis órganos. Apreto los puños y me clavo las uñas en la piel, para que el dolor me espabile. Funciona, siento la humedad en la punta de mis dedos. Inhalo. Exhalo. 
No existe el Visitante del Velo, así que quién sea que está haciéndome esto, no puede ser tan terrible como eso. O eso intento decirme a mí misma para juntar valor. Trago saliva con esfuerzo.

—¿Quién eres?

—Tú... —la voz es más bien un sonido gutural que me recuerda a un deslave arrasando un pueblo. Todo mi cuerpo se estremece con las vibraciones del retumbar que produce. —Tú las tienes...

Estoy a punto de preocuparme cuando recuerdo que no traigo las monedas conmigo. O al menos no en este plano. ¿O sí? Me llevo lentamente la mano al bosillo cocido del overol donde las traigo de costumbre y el estómago me da un vuelco. Las siento bajo mis dedos. Esto está muy mal. No puede ser real. Quiero salir. Quiero despertarme. Esto esta muy mal. Tengo demasiado miedo como para pensar con claridad.

—Ven...

Siento el tremor en el pecho y la planta de los pies. De pronto, comienzo a caminar hacia él. Un pie delante del otro. Pero no soy yo, se siente como si mi cuerpo actuara por voluntad propia. O ajena. Quiero detenerme, pero no puedo. Soy una simple marioneta de huesos y carne, arrastrada por hilos invisibles en mi sangre. Gimoteo intentando resistirme con cada centímetro de mi cuerpo pero es inútil. Un pie delante del otro. Algo va mal. En la parte de atrás de mi cabeza, algo me dice que esto es peor de lo que parece. Intento ignorarla, apenas puedo concentrarme en no abrir los ojos. Quiero ver quién está detrás de todo esto, quién quiere robarme. Un pie delante del otro, en un desfile macabro. 

—Entrégamelas... 

Quiero gritar. Son mías. Me las he ganado. Me pertenecen. Y nadie va a quitármelas. Lucho para darle órdenes a mis músculos pero soy una extraña en mi propio cuerpo. Aunque este no es realmente mi cuerpo. Y a la vez, lo es. Pero después de todo, estoy en el plano onírico. Me concentro para intentar recordar las palabras de Gaius al mismo tiempo que trato de que mis piernas se detengan. 

Y entonces, me veo. 

Soy yo misma, pero desde afuera de mi cuerpo y mi mente, como si flotara. Veo la coronilla de mi cabeza y cómo camino igual que una muñeca de tela en las manos de una ansiosa niña. No puedo procesar lo que estoy presenciando ni lo que está sucediendo. Me debato si mirar hacia un costado en busca de mi enemigo, pero no estoy segura si eso me pondría en el peligro del cuál me advirtió Gaius. De todas formas lo hago. Giro la cabeza y me siento como si fuera el vaho de la pipa de un anciano. En un extremo alejado del castillo, todo es sombras. Quién está manejándome, está en el centro de ese vacío, lo puedo sentir de alguna forma. Allí no hay ni la más mínima luz y todo lo que está a su alrededor parece ser tragado. Unos metros frente a mi cuerpo allá abajo, esa oscuridad está esparcida sobre el suelo como una hiedra venenosa pulsante. No se qué sea eso, pero sé que no debo tocarlo. Detente. No sé qué estoy haciendo. No puedo moverme desde donde estoy ahora. No estoy segura tampoco de que esta parte de mí sea material en absoluto. Detente. Sigo caminando. No, no, no. Le digo a mi mente que haga algo, lo que sea pero no logro nada más que seguir observándome. 

Trazando sigilos | #CopaFenix2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora