Slytherin Queen - Regulus Black © ✔

|32| Capítulo

⁓ EL DÍA ⁓

28 de Agosto de 1979

Era una mañana fría, Regulus y yo nos mirábamos sin expresión.

— Este presente no está tan mal... — Dice y lo miro triste.
— Puede ser, pero si no hacemos esto, el futuro será de lo peor. — Digo mientras tomo sus manos.

— ¿Volveré a ver a mi madre? — Pregunta.
— No tengo una respuesta para eso. 
— ¿Qué hago? — Pregunta.
— Tenemos un plan, tenemos que seguirlo... Si no, todos sufriremos. — Regulus asiente. 

— ¿Qué hay de Sirius? — inquirió Regulus
— Ay cariño. — Lo abrazo.

Ambos salimos de nuestra habitación con nuestras maletas.

Nos pusimos de pie en la cocina, nuestros corazones latían al unísono, bombeando una mezcla de miedo y determinación por nuestras venas. Cada paso que dábamos nos acercaba más al abismo de lo desconocido, pero estábamos dispuestos a enfrentarlo juntos, como siempre lo habíamos hecho.

Regulus me miró con ojos llenos de confianza, una confianza que yo misma anhelaba tener en ese momento. Me aferré a esa mirada como si fuera la única luz en medio de la oscuridad que nos rodeaba. Juntos éramos más fuertes, más valientes, y eso era lo único que importaba.

Nos preparamos para partir hacia Hogwarts, el lugar donde se llevaría a cabo nuestra próxima misión. Cada paso que dábamos hacia adelante era un recordatorio de los peligros que enfrentábamos, pero también de la esperanza que llevábamos en nuestros corazones.

Entramos sin que nadie nos viera a la camará de los secretos, donde los cinco fantasmas nos esperaban.

— Bueno, hoy es el día. — Dije rompiendo el hielo.
— Espero tengas razón en tu plan, Diana. — Dice Salazar.
— No tendría que haber un plan si hubieras criado bien a tus descendientes.

— No es hora de pelear. — Interviene Rowena.
— Con ellos siempre es hora. — Dice Helga.

Salazar y yo la vemos mal.

Una tensión incómoda llenó el aire, pero sabíamos que no podíamos permitir que nuestras diferencias nos distrajeran de la tarea que teníamos por delante.

— Debemos concentrarnos en el objetivo — intervino Godric, tratando de calmar la situación — Diana y Regulus necesitan nuestro apoyo en esta misión.

Asentimos, reconociendo la sabiduría en sus palabras.

— Tienen razón, lo siento — dijo Helga, rompiendo el silencio — Estaremos aquí para ustedes, Diana y Regulus.

Nos sentimos reconfortados por el apoyo de los fundadores de Hogwarts. Sabíamos que no estábamos solos en esta peligrosa misión.

— Gracias a todos — respondí con sinceridad — Ahora debemos partir. El destino de nuestro mundo depende de ello.

Con nuestras maletas en mano, nos despedimos de los fantasmas y nos dirigimos hacia la salida de la cámara de los secretos. Nos mezclamos entre los estudiantes de Hogwarts, disimulando nuestra ansiedad bajo capuchas y miradas furtivas.

Cada paso que nos alejaba del castillo nos acercaba más al abismo de lo desconocido. Pero estábamos decididos a enfrentarlo juntos, armados con la determinación de hacer lo que fuera necesario para asegurar un futuro mejor para todos.

Finalmente, llegamos al borde del bosque prohibido, listos para adentrarnos en la oscuridad que nos esperaba en la cueva del Horrocrux. Nos miramos el uno al otro, compartiendo un entendimiento silencioso de la tarea que teníamos por delante.

— ¿Listo para esto, Regulus? — pregunté, buscando fuerza en sus ojos.

— Más que listo, Diana — respondió con determinación — Juntos, podemos hacer cualquier cosa... Es más, puedo ver a dos pequeños pelinegros cerca... ¿Los ves?

Lo miro a los ojos, sin voltear hacia donde se encontraba la cueva. 

— Jóvenes amos, Kreacher llego. — Escuchamos al pequeño elfo, pero ninguno aparto los ojos.

— Los veo. — Veo a Regulus sonreír. 

Y con esas palabras de aliento, nos adentramos en el bosque, listos para enfrentar nuestro destino juntos, como siempre lo habíamos hecho.