|29| Capítulo

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⁓ ENTRE HUMO Y ANHELOS ⁓

Era 31 de julio, el día que Regulus y yo habíamos quedado en que volveríamos a Grimmauld Place. Regulus y yo decidimos ir a dar un paseo al Londres Muggle.

Íbamos por las calles tomados de la mano mientras reíamos de cualquier cosa, llegamos al distrito de Islington, que es donde se encuentra la casa Black.

Entramos y encontramos todo a oscuras, nada raro. Con nuestras varitas, subimos nuestras cosas a la habitación de Regulus.

— ¿En qué piensas? — Pregunta Regulus.
— En nada... — Le digo.
— ¿Te sientes segura aquí? — Me pregunta.

La pregunta me toma desprevenida y me quedo callada pensando la respuesta.

— No... — Contestó sincera. — Thomas entra y sale de esta casa como si nada.

Entonces, Regulus asiente en silencio, entendiendo mi preocupación. Decidimos seguir adelante con nuestro plan de escapar de Grimmauld Place una vez que hayamos completado nuestro plan final.

Nos sentamos juntos en la cama de su habitación, compartiendo pensamientos y reflexiones sobre lo que está por venir. Regulus agarra mi mano con ternura, transmitiéndome su apoyo y determinación para llevar a cabo nuestro escape con éxito.

— No te preocupes, Diana. Lo lograremos juntos —dice Regulus, con una sonrisa tranquilizadora en su rostro.

Asiento con determinación, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo por lo que nos espera. Estoy agradecida de tener a Regulus a mi lado, sabiendo que juntos podremos superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino hacia la libertad del mundo Mágico.

— Gracias, Regulus. Sabía que podía contar contigo —respondo, devolviéndole la sonrisa.Con renovada confianza, nos preparamos mentalmente para lo que está por venir.

Sabemos que el camino hacia la libertad no será fácil, pero estamos dispuestos a enfrentar cualquier desafío. Juntos, Regulus y yo nos prometemos el uno al otro que encontraremos nuestra propia felicidad fuera de las restrictivas paredes de Grimmauld Place. Y con esa promesa en mente, nos preparamos para dar el siguiente paso en nuestro viaje hacia la libertad

...

Salgo de la habitación que comparto con Regulus para ir por un vaso con agua a la cocina,pero cuando ya estaba por volver escuchó un sonido, cautelosamente, camino hacia la sala de la mansión Black, atraída por el sonido del llanto que flota desde su interior.

Cada paso es lento y deliberado, lleno de una mezcla de curiosidad y preocupación. Mis manos se aferran con fuerza al borde de mi vestido, mientras me acerco con cautela a la puerta entreabierta.

Al asomarme, me encuentro con una escena inesperada. Walburga, está sentada en un sillón, con los hombros caídos y las lágrimas surcando su rostro pálido. La imagen es impactante; la mujer cuyo retrato cuelga en la pared siempre tan orgullosa y fría, ahora parece vulnerable y desgarrada por el dolor.

Me quedo paralizada en el umbral, sin saber qué hacer. Por un instante, considero retroceder y dejarla en paz en su momento de intimidad. Pero algo en mí se niega a alejarse. La compasión me impulsa a acercarme más, a ofrecer consuelo, aunque sea solo con mi presencia.

Con pasos vacilantes, me acerco a Walburga y me siento a su lado en el sillón. No digo nada, no hay palabras que puedan aliviar su dolor en este momento. Simplemente estoy allí, compartiendo su silencio, ofreciendo mi apoyo en medio de su tormenta emocional.

Después de unos momentos de quietud, ella rompe el silencio con una voz entrecortada por el llanto.

— Diana, extraño tanto a Sirius — confiesa, sus palabras cargadas de pesar.

Me sorprende la sinceridad de su confesión. Durante años, Walburga ha sido un símbolo de la rigidez y la intolerancia, pero ahora la veo vulnerada por la ausencia de su hijo.

— Lo entiendo, Walburga — respondo con suavidad, buscando las palabras adecuadas para consolarla —. Sirius es tu hijo, es natural que lo extrañes.

Ella asiente con tristeza, y sus lágrimas continúan fluyendo mientras habla de su dolor por la separación de su hijo. A pesar de nuestras diferencias, encuentro un atisbo de empatía en mi corazón. La pérdida y la soledad son sentimientos universales, que trascienden las barreras de la sangre y la ideología.

Permanecemos juntas en el silencio compartido, encontrando consuelo en la compañía mutua. Aunque nuestras vidas están entrelazadas por circunstancias complicadas, en este momento somos simplemente dos mujeres compartiendo la carga del dolor y la nostalgia.

Walburga saca un cigarrillo y me ofrece uno con un gesto cansado pero amable. Acepto con y encendemos los cigarrillos, dejando que el humo se convierta en un velo entre nosotras mientras compartimos este momento de camaradería inesperada.

Entre caladas, Walburga rompe el silencio una vez más, con una mirada distante en sus ojos.

— Quiero volverlo a ver, a hablarle — confiesa con voz temblorosa, su deseo palpable en cada palabra.

Sus palabras me conmueven profundamente. Puedo sentir la intensidad de su anhelo por reunirse con Sirius, su hijo perdido.

— Lo sé, Walburga. Sé cuánto lo extrañas. — respondo con sinceridad, tratando de transmitirle algo de consuelo en medio de su dolor — Todos queremos estar cerca de aquellos a quienes amamos.

Ella asiente en silencio, perdida en sus propios pensamientos mientras contempla el humo que se eleva desde su cigarrillo. Por un momento, nuestras diferencias parecen desvanecerse, dejando espacio para la conexión humana más básica: el deseo de amor y conexión con nuestros seres queridos.

Continuamos fumando en silencio, compartiendo la carga de nuestras esperanzas y anhelos mientras el humo se disipa en el aire. Aunque el camino hacia la reconciliación con su hijo puede ser largo y difícil, estoy decidida a acompañar a Walburga en este viaje, ofreciéndole mi apoyo en cada paso del camino.

— Yo te ayudaré a que eso pase... — Le contestó sincera, ella me abraza.
— Gracias...  

Slytherin Queen - Regulus Black © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora