|40| Capítulo

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⁓ Contra los Horrocruxes ⁓

El sol se filtraba a través de las nubes mientras nos acercábamos al Nuevo Castillo, un lugar que alguna vez llamé hogar y que ahora, después de tanto tiempo, estaba a punto de convertirse en nuestro nuevo refugio. Hermione y yo caminábamos juntas, nuestros pasos resonando en el camino de piedra que llevaba a la entrada principal.

Al entrar al gran vestíbulo, mis ojos se encontraron con los de mis hijos, Tom, Matthew y Harry, sentados cerca de la chimenea. Un torbellino de emociones revoloteaba en mi pecho mientras los miraba. 

— Niños. — Los llamó y los tres se acercan. — Ella es Hermione, se quedará con nosotros a partir de ahora... Quiero que la traten como una Black ¿Queda claro?

— Es mi mejor amiga, tía. Claro que sí. — Dice Harry.
— No lo digo por ti, cariño. — Digo y volteo a ver a mis hijos.
— ¡Bienvenidas al Castillo del mundo mágico! — Exclamó Tom con una sonrisa traviesa.

Giro los ojos al ver la actitud de Tom.

— Pensé que se detendrían después de nosotros. — comentó Matthew, mirando a su hermano con complicidad.

Harry se acercó desde el otro extremo del vestíbulo, su expresión irónica reflejaba la sorpresa que sentía. 

— Yo pensé que sería después de mí. — Añadió, uniéndose al grupo.

— Por lo que veo, este castillo estará lleno para el próximo año. — Observó Tom con una sonrisa socarrona.

Mis hijos y Hermione compartían risas y comentarios, y me sentí un poco fuera de lugar en medio de tanta familiaridad. 

— Chicos. — Les hablo como advertencia. 

— No te preocupes, tía, estamos encantados de tenerte aquí.— dijo Harry, poniendo una mano reconfortante sobre mi hombro.

El bullicio de la bienvenida se desvaneció cuando las puertas del castillo se abrieron de nuevo, revelando la figura imponente y serena de Albus Dumbledore. Su presencia llenó el vestíbulo con una energía tranquila pero poderosa, y todos los presentes se volvieron hacia él con respeto y expectación.

—Bienvenido, Dumbledore —dije, avanzando para recibirlo—. Es un honor tenerte aquí en el Castillo una vez más.

Dumbledore asintió con una sonrisa amable, pero sus ojos brillaban con determinación.

—El honor es mío, Diana — respondió con su característica calma —. Pero el tiempo apremia. Ha llegado el momento de enfrentarnos al mayor de los desafíos: la destrucción de los Horrocrux.

El silencio cayó sobre el vestíbulo, roto solo por el crepitar de la chimenea y el suave susurro de los presentes. Los rostros de mis hijos y Hermione se tensaron con seriedad mientras absorbían las palabras del director.

— Estoy listo para ayudar en lo que sea necesario — declaró Harry con determinación, su mirada fija en Dumbledore.

Los demás asintieron solemnemente, conscientes de la gravedad de la situación. Dumbledore inclinó la cabeza en agradecimiento.

— Entonces, sin más preámbulos, debemos comenzar. Los Horrocrux son una amenaza que no podemos permitir que perdure. 

Regulus entra a la habitación junto con Sirius.

— Alto Dumbledore, no meteras a mis hijos en esto. — Dice serio. 

Dumbledore, siempre imperturbable, miró a los hermanos Black con calma, reconociendo la gravedad de la situación.

— Comprendo tu preocupación, Regulus — respondió Dumbledore con suavidad. — Pero esta es una batalla que debemos librar unidos. El destino del mundo mágico depende de nuestra capacidad para derrotar al mal que acecha en la oscuridad.

Regulus apretó los puños, su expresión marcada por la determinación y la angustia.

—Tu no comprendes absolutamente nada, si hubieras cuidado de todos nosotros esto no estaría pasando... porque sabías que él estaba en algún lado, podías sentirlo, estaba débil y prefieres que hagamos esto. No pondré a mis hijos en peligro. Ya han sufrido demasiado por los errores del pasado. — Su voz resonó con autoridad, desafiando la autoridad del director.

Sirius colocó una mano en el hombro de su hermano, compartiendo su preocupación pero también consciente de la importancia de la misión.

— Regulus tiene razón, Albus. No podemos arriesgar la seguridad de nuestros hijos en este momento. Hay otros que pueden enfrentarse al mal sin poner en riesgo a los más jóvenes —añadió Sirius, su tono firme pero respetuoso.

Dumbledore contempló a los hermanos Black con comprensión, reconociendo la valentía y el amor que los impulsaban a proteger a sus hijos.

— Entiendo y respeto tu decisión, Regulus. Pero debes saber que cada uno de nosotros está dispuesto a sacrificarse por el bien mayor. Si decides no unirte a nosotros, lo respetaré. Pero sé que tus hijos también son valientes y están dispuestos a luchar por lo que es justo.

Hubo un momento de silencio cargado de tensión mientras Regulus consideraba las palabras del director. Finalmente, con un suspiro resignado, asintió con determinación.

— Me importa una mierda el bien mayor. — Lo volteo a ver. — Lucharé a la par de mi esposa, pero nuestros hijos permanecerán a salvo fuera de esta batalla.

Dumbledore asintió con gratitud, reconociendo el sacrificio de Regulus y la importancia de mantener a salvo a los más jóvenes.

— Así sea. Ahora, preparémonos. La oscuridad espera, pero juntos, la luz prevalecerá.

Con esa determinación renovada, nos encaminamos hacia la batalla final, conscientes de que la batalla por delante sería difícil, pero confiados en nuestra capacidad para enfrentarla juntos, como una familia unida por el bien común.

Regulus y yo caminamos hacia nuestra habitación, nuestros hijos vienen atrás nuestra, al igual que los adultos.

Regulus mira curioso a Hermione y luego a mi.

 — La nena de la casa, supongo. — Dice con una sonrisa, Hermione se la devuelve.

Quito un cuadro de la pared y sacó de un agujero la diadema de Rowena Ravenclaw, Susan... Y la copa de Helga Hufflepuff, Lucy.

— ¡Kreacher! — Grita Regulus y el elfo aparece. — Hola Kreach.
— Amo Regulus. — Le sonríe el elfo.
— Amor. — Me dice.

Me acerco a Kreacher.

— Kreach, ¿podrías darme los collares de mis chicos? — Le pregunto.
— Por supuesto, Ama Black. — Dice y desaparece.

 Kreacher regresó rápidamente con el collar de Regulus y el guardapelo de Salazar Slytherin en sus manos, presentándolos con reverencia ante mí. Regulus y yo intercambiamos una mirada significativa mientras tomábamos los objetos, recordando la importancia de lo que representaban.

— Gracias, Kreacher — expresé con gratitud, tomando los objetos y entregando el guardapelo a Regulus, mientras guardaba el collar con cuidado —. Estos objetos representan la herencia de nuestra familia, su historia y su legado. Son símbolos de nuestra fuerza y nuestra determinación.

Regulus asintió solemnemente, sujetando el guardapelo con firmeza y mirándolo con reverencia. Sus ojos reflejaban la determinación y el peso de la responsabilidad que llevaba consigo.

— Estoy listo para enfrentar lo que sea necesario, Di. — dijo con determinación — Protegeré a nuestra familia y a nuestro legado con mi vida, si es necesario.

Lo abracé con cariño, compartiendo su compromiso con nuestra causa. Sabíamos que el desafío que teníamos por delante sería difícil, pero también estábamos preparados para enfrentarlo juntos, como una familia unida por un propósito común.

Con los horrocrux en un lugar con seguridad, nos dirigimos hacia nuestra habitación, listos para descansar y prepararnos para el día que nos esperaba. Sabíamos que la batalla por delante sería difícil, pero también estábamos unidos en nuestro propósito y determinados a enfrentarla juntos, como una familia.

Slytherin Queen - Regulus Black © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora