TN
Me encuentro en un estado de shock, mirando fijamente la pantalla del celular de Jimin, donde se destaca el nombre de Suga, anunciando otra llamada entrante. Una llamada que me resisto a responder, tal vez por miedo, por cansancio, o simplemente porque soy una cobarde que evita enfrentar la situación de una vez por todas.
Mi dedo se queda suspendido, a punto de tocar la pantalla para responder, pero el temor de que las cosas empeoren entre nosotros me paraliza. Respiro aliviada cuando la llamada finalmente termina, como si hubiera evitado cruzar las puertas del infierno. Sin embargo, mi alivio es efímero. Después de unos minutos de silencio y soledad en la tétrica habitación del hotel, escucho la notificación de un nuevo mensaje. Es un audio enviado por Suga. La curiosidad y las ansias de respuestas son más fuertes que el miedo, así que sin dudarlo, abro el mensaje y reproduzco el audio.
—Dime que no me amas viéndome a los ojos, vamos no debes esperar más, ¡Dímelo de frente de una puta vez...!
Su voz suena desesperada, cargada de emociones que antes nunca había mostrado, entre ella está la tristeza, el dolor y esa vulnerabilidad que me hace saber que está por quebrarse.
—Necesito que me digas lo que sientes de frente...
Se calla por unos segundos y respira con fuerza.
—Quiero saber si lo nuestro fue un error —susurra con dificultad como si estuviera pasando por mucho dolor.
«Un error... ¿Cómo se atreve?».
La nota de voz termina dejándome en un torbellino de emociones. La ira arde dentro de mí, alimentada por el deseo de enfrentarlo, de decirle todo lo que siento, de liberar todo lo que he estado reprimiendo.
Sin embargo, una parte de mí también se siente abrumada por la tristeza, por la incertidumbre de lo que vendrá después. ¿Realmente quiero enfrentar esta tormenta? Me siento atrapada en un mar de dudas y emociones contradictorias, sin saber qué camino tomar. Pero una cosa es segura: no puedo seguir huyendo. Es hora de enfrentar a mis demonios, de una vez por todas.
No puedo controlar la ira, el dolor y la traición que dictan mis acciones en este momento. Parecen tener el poder de dominarme por completo, de volverme presa de la rabia, del resentimiento y de las ansias de venganza y esas ganas de causarle daño.
En un impulso, marco su número y lo llamo. Pero no es una llamada cualquiera, es una videollamada. Quiero verlo de frente, decirle todo lo que siento... En cuestión de segundos responde, haciendo que mi corazón se detenga. Por primera vez en mucho tiempo, lo veo en vivo y en directo frente a mí.
Para mi sorpresa, no es la imagen que esperaba. Suga, luce desaliñado, con el cabello en completo desorden y los ojos ligeramente hinchados y enrojecidos. Por un momento quiero creer que ha estado llorando, pero me niego a debilitarme por esa idea. Intento no fijarme demasiado en su aspecto cansado, en su palidez más marcada y la sombra negra bajo sus ojos, como si hubiera pasado varias noches sin dormir bien.
«Diablos, luce terrible».
Su aspecto demacrado me destroza, pero a la vez me invita a cometer locuras, como perdonarlo todo para evitar que sufra. Aunque sé que su apariencia pudo haber sido disimulada en los escenarios, con maquillaje, vestuario y otros artificios, verlo de esta forma me hace cuestionar muchas cosas...
«En realidad ha estado sufriendo quizá como yo».
En el instante en que nuestros ojos se encuentran a través de la pantalla, noto un brillo inusual en su mirada fría. Un brillo de esperanza, una débil ilusión, que remueve muchas cosas en mi interior. Me siento vulnerable, desarmada por completo.
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MIS SIETE SECRETOS (II PARTE)
RomanceTe casas con uno y también lo haces con sus seis hermanos. Su lema favorito: Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, pero de nadie más... Nadie más puede fijarse en lo que les pertenece. Prohibida su copia u adaptación. II PARTE DE LA HISTORIA