42. Mía

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TN

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TN

Dejo caer las cosas que tengo entre las manos, pues es un beso cargado de desesperación, una necesidad feroz que no puedo controlar. Trato de apartarme, mis manos se presionan contra su pecho, empujándolo, intentando romper el contacto. Pero el modo en que me besa, la intensidad de su gesto, despierta algo en mí. Viejos recuerdos resurgen, momentos que creí enterrados y por un segundo, mi resistencia se debilita...

El sabor de sus labios, la familiaridad del toque, todo me golpea con fuerza. Cierro los ojos involuntariamente, dejando que esos sentimientos olvidados me arrastren, aunque sé que no debería. Pero la necesidad por tenerme en él, es tan abrumadora que me sujeta como si no quisiera soltarme nunca: como si quisiera borrar desesperadamente cada rastro que las bocas de Félix y Hyunjin dejaron.

Todo mi cuerpo parece prenderse en llamas, como si algo en mi interior se rompiera y me dejara a la deriva, incapaz de pensar con claridad. Siento como si lava ardiente corriera por mis venas, fundiendo cualquier razón para separarme. Mi cabeza me grita que me detenga, que me aleje, pero el deseo es demasiado fuerte, es una necesidad incontrolable que me consume por completo.

Las manos de Suga comienzan a recorrer mi espalda, deslizándose por mis glúteos con una urgencia que no había sentido antes. Su toque es rudo, desesperado, como si insistiera en borrar cualquier rastro de Félix o Hyunjin en mí... Siento cómo sus caricias no son suaves, ni tiernas, son exigentes, como siempre posesivas y agresivas. Mi mente, por un instante, se rebela y me dice que esto no está bien, pero mi cuerpo me traiciona, dejándose llevar por cada movimiento...

De repente, con fuerza me tumba boca arriba sobre la cama y se abalanza sobre mí. Antes de que pueda reaccionar o decir algo, sus labios me silencian besándome como si quisiera arrancarme los labios y comérselos. Los muerde, los besa y hasta los acaricia con sus dedos para luego continuar devorándolos a tal grado que pronto me deja sin oxígeno. En mi desesperación por respirar termino violentamente con el beso, pero entonces él se encarga de besar como un animal mi cuello y mis pechos por sobre la tela del vestido.

En ese momento siento que sus manos robustas sujetan mis piernas y las abre sin ninguna delicadeza, para luego colocarse en medio desatando un volcán de sensaciones agradables.

Abro los ojos por un segundo, el mundo parece detenerse. Podría detenerlo todo ahora mismo, podría empujarlo, decirle que no. Pero algo oscuro, algo profundo y malicioso, me empuja a continuar. Una parte de mí se deleita en lo que está ocurriendo, en lo que estoy permitiendo que ocurra. Es una sensación abrumadora, algo que me domina y me susurra que esto me gusta más de lo que debería.

«Ya no somos nada».

Entre nosotros no hay ningún lazo y por alguna razón eso me resulta demasiado excitante, me hace sentir como si estuviera con un desconocido desquitando mis ganas. Eso me otorga mayor libertad para jugar, excitarlo, volverlo loco. Sin pesar paso mis manos por sus brazos, hombros y luego deslizo mis manos por debajo de la tela de su camisa sintiendo su piel ardiente. Eso lo hace perder el control, pues con desesperación me pega más contra él y me da fuertes apretones en el trasero dejando marcas dolorosas.

MIS SIETE SECRETOS (II PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora