CAPÍTULO 35

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Parte 1 de 2

Elena.

El miedo inunda todo mi sistema nervioso.

Intento calmarme pero está mierda me está sobre pasando.

Con las últimas palabras de mi padre y observar al exterior no lo pienso dos veces y corro con todas mis fuerzas.

—¡Dama! —André grita llamándome y escucho las varias pisadas que me siguen a mi espalda.

Sobre paso los hombres de mi padre que cubren a Nicole con un empujón que no se esperan quedando anonados, y cuando tomo a Nicole por el brazo sus ojos solo me trasmiten el mismo pánico que intento ocultar en los míos.

Le digo que corra antes de que los hombres de mi padre intenten alejarme a la mala de ella y en unos segundos los vidrios se estallan y la guerra empieza junto con los gritos.

Los hombres que me siguen junto con André se le van encima a los de Pedro y le dan buena batalla, logramos salir del circulo y André no pierde el tiempo de llegar a mi lado, haciendo que en segundos un circulo de diez hombres nos rodeen.

Las armas se alzan arriba y yo saco la mía de la abertura de mi muslo y la mantengo en posición.

Nicole me observa pero no duda y me dice—. Dame una —demanda.

—Nicole…

—Dame una, joder.

André la mira con una ceja arqueada. Me mira pidiendo una explicación respecto a ella pero es algo que no pienso aclarar ahora, le hago una seña de que se la dé y se resigna con un suspiro y saca una de su espalda baja.

—Usala en contra de nosotros y te corto la cabeza, Italiana —ruge con amenaza contra Nicole.

Nicole le ignora y levanta el arma justo cuando un hombre de los que nos cubre cae y apunta rápidamente haciendo caer al de afuera que nos tenia como objetivo.

—Vuelve a decirme italiana y te mostraré de lo que soy capaz.

—Estás con el hijo de puta que nos ha traído a una trampa de muerte.

—Que esté con él no significa que apruebe esto.

—¡Silencio! —ordeno y André me mira furioso pero cierra la boca.

Los empujones se hacen presentes y nos seguimos moviendo pero siento que el camino se hace infinito. El sudor recorre mi frente y la quitó con el dorso de mi mano.

El círculo de hombres empieza a caer y tenemos que luchar contra los que arremeten y logran entrar. Pateo, esquivo y clavo el arma contra sus frentes haciendo explotar sus cesos y ni una sola mancha de sangre cae en encima de mí.

Nicole, André y todos los mafiosos dan la lucha pero los hombres de negro con sus armas con ese líquido acuoso llegan a nosotros y lo que sea que sea eso no lo quiero probar ni en mis peores pesadillas.

Veo lo que hace cuando le apunta al líder de la mafia Coreana, su cuerpo se sacude y cae de rodillas, su respiración se empieza a agitar de una forma rápida y en segundos se desploma al suelo. Sus hijos gritan su nombre y con rabia se van contra el de negro que lo ha derribado.

Me convierto en una máquina de lucha de puro reflejo, el entrenamiento que he tenido todos los años de mi vida empieza a relucir en estos momentos y todo el que se me acerca termina con una herida abierta, brazo torcido o con el pecho cargado a punta de balas.

Recargo y me voy con todas al que se me acerca. Hago una maniobra que lo deja desorientado; me deslizó entre sus piernas abiertas pasando a su espalda y cuando me levanto ya es demasiado tarde para él, tomo su propia arma que está en su cadera y  la clavo en la tráquea haciendo que se ahogue con su propia sangre.

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