CAPÍTULO 44

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Elena.

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En definitiva, lo mejor de que se aproxime una boda es que te empiezas a consentir mucho más para estar preparada para las festividades.

Y por eso todo el día Nicole y yo lo hemos pasado en el spa, no hay nada mejor que personas te atiendan y te consientan un poco.

Los masajes son la mejor parte, el aceite y como se relaja tu cuerpo… es espectacular.

Ahora arreglan el cabello de Nicole igual que a mí, nos encontramos en el hotel en qué se darán las reuniones de las tres noches antes de la boda.

Miro por el reflejo de mi espejo a Nicole y la noto algo decaída, su mirada se pierde en un punto fijo y estoy segura de que está vagando en sus pensamientos.

La llamó un par de veces pero cuando no me contesta desisto de la idea, las dos señoritas que la atienden se miran entre ellas, está claro que algo le sucede y no he sido la única en notarlo.

Terminan de peinarnos adecuadamente para la ocasión. A mí me hicieron un par de trenzas que recogen mi cabello en un moño, luce precioso y algunos pequeños mechones de adelante sueltos. Nicole por otro lado le han puesto su cabello de un solo lado con ondas.

Las mujeres salen y nos dan espacio para vestirnos.

Para mi sorpresa Nicole reacciona y se levanta del asiento, intentó hablar con ella pero parece que me esquiva y se adentra en el armario, vuelvo a desistir y me dispongo en lo que debo hacer.

Optó por un vestido azul cielo que llega hasta los muslos, es suelto y con finos tirantes. No es nada extravagante pero no pierde su toque elegante.

Nicole por otro lado escoge uno de los que compramos ayer que es de un vinotinto pegado a su cuerpo, le llega hasta abajo y sus tacones son un glamour por completo.

Bajamos al salón principal luego de un rato, es gigante, elegante y está lleno de luz. Está abarrotado de personas que lucen como una estrella y otras con trajes tan finos que parecen políticos.

—¿En dónde podrá estar Thalía? —Nicole pregunta con un tono un poco elevado para que pueda escucharla.

—No tengo idea —le respondo de la misma forma.

Su mirada se dirige por todo el lugar sin saber a dónde mirar, se detiene en un punto fijo, forma una mueca y aparta la mirada. ¿Qué miro?

Estoy por preguntarle qué le sucede pero se gira hacia mí.

—Daré una vuelta a ver si la encuentro, nos encontramos afuera al lado de la piscina dentro de unos minutos.

—Pe… pero…

Se da la vuelta y se introduce en medio de todas las personas perdiendola de vista. ¿Qué le sucede?

Miró hacia todos lados, ¿Y ahora qué hago?

Camino sin rumbo fijo y tomó una champaña, ¿A quién se le ocurre hacer un tipo de fiesta tan aburrida en las Vegas? ¡Por dios! Es la ciudad de la locura y está gente solo habla con champañas en sus manos y pequeñas sonrisas falsas.
¿A Thalía le gusta esto?

Salgo a fuera y me alegra que aquí no se encuentre tanta gente como adentro. Me vine no tan formal para poder bailar aunque sea la macarena, recuerdo un día en que dijo que le gustaría bailarla si llegaba a casarse; pues llegó ese día.

Aspiro profundo, aquí afuera hay pequeñas luces moradas que iluminan a unas palmeras gigantes, cuatro de ambos lados en línea recta. La música de adentro disminuye mientras más me alejo y terminó mi copa por completo.

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