Elena.
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Su presencia está ahí, detrás de mí imponenteme. Me hace temblar aún sin haberme tocado y la sola idea de volver a tenerlo cerca me hace enloquecer.
No sé que decir, mi boca y me ingenio al parecer decidieron ponerse de acuerdo y dejarme a mi suerte cuando más los necesito. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?
Una risa profunda y rasposa desde su garganta me eriza la piel, su sombra que me cubre se va retirando poco a poco hasta tenerlo a un lado. Antes de que pueda si quiera mirarlo mis ojos se cierran de golpe, ¿Qué estoy haciendo?
—¿Dos meses por fuera y este es el recibimiento que recibo? Wuao… —su voz llena de ironía me vuelve a calar en los huesos y trato de mantenerme firme.
—En realidad tú me estás recibiendo a mí, soy yo la que ha estado dos meses por fuera —objeto obvia sin atreverme a mirarlo, sin embargo, sé que está cerca, su fragancia es su delito que lo evidencia y no puedo evitar inhalar con suavidad, embriagandome con ella. Delicioso… ¡Para, ya!
—Tienes razón —con cuerda—, no obstante, yo acabo de llegar.
Mis labios se fruncen.
—¡Que novedad!, no me había dado cuenta —suelto con todo el sarcasmo del mundo. Ahora estoy molesta, quien sabe cuánto tiempo estuvo por fuera y yo prácticamente muerta en una cama, y ahora viene y actúa como si nada.
—Presiento que estás enojada —deduce, no he abierto los ojos y ya puedo ver su sonrisita en los labios.
—¿Tú solo has llegado a esa conclusión? ¿Enserio? Me impresionas.
—Si vas a insultarme por lo menos ten la descencia de decirmelo a la cara.
—Te lo estoy diciendo a la cara.
—No, no del todo. Abre los ojos.
Mierda, no, no quiero verlo, sé lo que llega a producirme con tan solo mirarlo y quiero evitarlo.
«Te amo...».
Mi corazón se salta un latido para luego pasar a una opresión que me aturde… ¿Por qué tuve que recordar que le dije te amo? Ahora mucho menos puedo mirarlo.
—Creo que esta conversación se acabó —agacho la cabeza dejando que mis cabellos caigan al frente y me impidan la visión. Observo el piso y me dirijo a la puerta.
—¿Ahora huyes de mí? —me detengo. Acentúa cada palabra con una pausa que me hace sentir ofendida—. ¡Vaya! Veo que el dormir si te llegó a cambiar la persepcion.
—¿De qué estás hablando? —inquiero tratando de no sonar borde.
—Que antes no querías estar lejos de mí y ahora rehuyes mi presencia, ¿Que pasá? ¿Ahora te doy miedo? ¿A tí que nunca le has tenido miedo a nada? Por lo que veo ya no eres tan fuerte como antes.
Me cae como balde de agua fría, ¿qué es lo que le sucede? ¿Por qué está tan agresivo con las palabras? ¿Busca provocarme?
Me doy la vuelta, despacio, dispuesta a enfrentarlo de frente, pero lo único que me recibe es la habitación vacía, y un cálido silencio abrazador, que solo hace aumentar mi ansiedad y rabia.
—¿Ahora quien de los dos es el cobarde? Te escondes para que no pueda verte y tienes el descaro de llamarme de tal forma cuando tú también lo haces —aprieto mis puños con fuerza.
—Yo no me escondo, Elenita —su voz resuena en la habitación y volteo a la dirección.
—¿Entonces porqué no te muestras?
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Adicción Irresistible
RandomLas mafias penden de un hilo. Un pacto de sangre olvidado resurge cuando el nuevo Boss de la mafia rusa busca lo que le pertenece por derecho, reavivando el fuego que había sido consumido en cenizas; pero las brasas siempre quedan, y solo bastó mira...