CAPÍTULO 39

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Elena.
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El caos es algo inevitable, porque ni las más pequeñas tormentas se pueden detener. 

La tormenta empieza con unas suaves brisas, pequeñas nubes en el cielo que se van formando, para luego, complementarse con otras más y ser la más destructiva de las tempestades. Así sucedió conmigo: ¿Cómo iba a saber que luego de un día normal se aparecería un hombre del cuál era un completo desconocido para mí? Las preguntas empezaron a rondar mi mente, ¿Quién era? ¿Por qué me seguía? ¿Por qué me acosaba? ¿Qué quería de mí? Pero otra cosa pasaba por mi mente… ¿Por qué me atraía tanto? Ese fué el inicio de la tormenta, para luego ir volviéndose en una tempestad, una de las más destructivas y adictivas que hubiera experimentado en mi vida.

Y, estando en el borde del abismo, caí. Caí como nunca lo había hecho. Bajé mis defensas, mis muros se vinieron abajo, me permití sentir; me dejé inundar por todas esas emociones que nunca me habían interesado. Lo mío antes era simple: buscar mi placer, buscar lo que podría encontrar en cualquier hombre, después de todo, era hermosa, nadie me negaba nada, era muy fácil para mí tomar lo que quería cuando quería. Sin embargo, con él siempre todo fué tan caótico que me dejé llevar por su tormenta.

Este viaje me ha llevado a experimentar muchos sentimientos, uno de ellos: la traición. Así me siento respecto a mi padre. Desde el inicio me crío para ser la más fuerte de todas, ejemplar e intachable, un arma letal contra cualquiera que fuera a interferir en mi camino, por esa parte no podría quejarme, me lo dió todo, sus métodos fueron duros pero muy efectivos, y se volvieron mucho más duros cuando mamá se fué.

Jamás me hubiera imaginado que esa sería la razón de su separación, si bien no esperaba nada de mi madre, no pensé que seria capaz de caer mucho más bajo

Había aprendido con el tiempo a ya no esperar nada de ella, sus visitas conforme al tiempo de su partida fueron reduciéndose, tanto hasta convertirse en nulo, si bien, no sabría descifrar si lo que siento cuando la pienso es odio o dolor, pero si se siente amargo y sin sabor. No esperaba nada de ella, y aún así me decepcionó, no podría contribuirle toca la culpa a mi padre, pero si podría contribuirle el hecho de sus secretos, mentiras y cadenas, sí, cadenas. Las cadenas que quiere que cargue sin parar, las que quiere ponerme en mi espalda y atarme a un hombre desalmado, cruel y sin escrúpulos, un hombre que es capaz de hacer lo que sea con tal de conseguir lo que quiere, incluso pasar sobre mí misma.

Brando külher siempre me quiso a mí, sin embargo, también quería algo más: poder.

Quería ser el primero, estar a la cabeza de todas las mafias, por eso jamás desaprovechó una oportunidad de irse contra los rusos, por eso me usó como su mejor carta adentro, me amenazó, y no solo eso, quiso jugar con la vida de mi amiga Nicole, siguiéndola, vigilandola, estando un paso en la sombra para tenerme ahí haciendo lo que él quisiera. Y es exactamente por esto es que me siento traicionada, no por él, si no por mi padre, ¿Cómo podría perdonarle su insistencia porque me case con un hombre de tal magnitud? ¿Cómo podría siquiera sopesar la idea de que esté con alguien como él? ¿Se daba cuenta realmente como era? ¿O se ponía una venda para no verlo?

Pero en mi mente también se repite mucho está pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué tanta su insistencia? ¿Por qué necesita con tanta urgencia que me case con Brando Külher? ¿Qué otro secreto me estarás ocultando, Pedro Capelletti?

Y por último pero no menos importante… ¿Realmente habrá matado él a Mikhail? ¿O todo fué un terrible accidente?

—Cristhian —mascullo por lo bajo con los labios resecos y aún con mis párpados cerrados. Es lo primero que mi mente trae al despertar. Mi cabeza me duele a rayos. Muevo mi cabeza de un lado a otro con una mueca—. Cristhian —repito.

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