CAPÍTULO 45

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Cristhian Petrov.

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—Lamento la tardanza —llegó a la zona vip y me siento en uno de sus sillones acolchonados.

—La verdad no te has tardado nada —habla Maxim desde el otro lado sentado—, solo hace quince minutos que te dije que Elena había salido con sus amigas sin escoltas.

—Por eso, es mucho tiempo.

Se toma un trago y luego exhala.

—Bueno… ¿Qué pretendes hacer?

—Nada.

—¿Me estás queriendo decir que distraje a Maxim por nada?

—No por nada —tomo un trago—. Elena ahora tiene tiempo para poder estar con ellas, ¿Cómo es que se llaman? Ah, sí, vómito de troll y la cara de tómate.

—¿Tómate?

—Sí, siempre cuando se enoja se le pone la cara roja, me causa gracia.

—Mi mejor especialidad —se truena los dedos—, hacer enojar a mi gruñona.

—¿Ahora es tuya? —enarco una ceja.

—No, pero pronto lo será —me guiña un ojo y yo ruedo los ojos.

Mira sobre su hombre hacia el piso inferior donde está la pista, desde aquí tenemos una buena vista.

Mejillas sonrojadas, sonrisa radiante, su cabello pegado ligeramente en su cuello gracias al sudor por bailar, y un vestido azul que deja al descubierto unas piernas blancas y torneadas de impacto.

Respiro profundo manteniendo el aire en mis pulmones para luego soltarlo con una gran exhalación, siento como mi corazón late con fuerza pegando contra mí pecho, es inevitable, de veras que he intentado disminuir estas emociones pero esta mujer solo con una sonrisa pareciera que me dice: “Um, um, no, no, que va”, y mi corazón me traiciona de esta manera.

—Por lo menos espero que hagas algo con respecto a… Ya sabes…

—¿Qué? —pregunto sin la mera intención de apartar mis ojos de ella.

—¡A Elena! ¿Quieres recuperarla, no?

Trago profundo, muy profundo y me obligó a apartar mis ojos de su figura.

—Me enteré que hace unas noches la invitaste a cenar.

—Eso no fué nada.

—¿Cómo que no? —se acomoda en su asiento—. ¿Qué estás tratando de hacer? ¿La apartas de tí diciendo todas esas mentiras y luego pretendes que vuelva a tí como si nada?

—¿Pero de qué lado estás tú? —frunzo el ceño.

—Del lado en qué no sea un idiota —auch.

—¿Tú qué sabes? —mascullo.

Llamó a una de las empleadas para que me traiga una botella y en segundos ya la tengo en frente.

—Sé que esa mujer que está allá abajo la única razón por la que no ha escapado es porque aún siente algo por tí, porque estoy seguro de que esa es la única razón por la que aún no te ha dado una patada en el culo.

—Esa mujer no se ha largado porque yo así lo quiero.

—Error, ella posee ahora toda la libertad de irse si lo desea, podría hacerlo ahora mismo y en vez de eso está allá abajo bailando y tomando en vez de estar huyendo para alejarse lo más posible de tí, y tú, que te has enterado que ha salido, no haces ni el menor esfuerzo de capturarla.

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