CAPÍTULO 47

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Elena.

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Regresamos de la fiesta todas tensas y sin saber qué hacer con todo lo que hemos escuchado.

Es que, ¿quién en su sano juicio podría quedar como si nada luego de escuchar semejante locura? Es inaudito.

Nicole se pasa la mano por el cuello tronandolo en el proceso mientras el ascensor sigue subiendo. Las puertas se abren y yo dejo mis tacones en medio de la inmensa sala que nos permite ver las luces de la ciudad en medio de la noche.

La noto nerviosa y no es para menos, yo estoy incluso peor.

Se desata el cabello dejándolo caer y suelta un grito de frustración.

—Elena —se me acerca rápido y con seriedad—, dime por favor que lo que escuchamos es un chiste, eso no es verdad.

La tomo de los hombros.

—Es un chiste, no es verdad.

Se suelta de mí con molestia, ¿Ahora que pasa? No entiendo.

—Claro, debí imaginar que todo lo que respecta con esa familia jamás lo pondrías en dudas.

—Un momento, ¿De qué estás hablando? ¿De qué va todo eso?

—¡De esto! —abre los brazos— Jamás serías capaz de pensar algo malo de ellos.

—De nuevo —me mantengo serena—, ¿De qué estás hablando, Nicole? ¡Esto no se trata de mí!

—No, se trata de ellos, de los Petrova, ¡Son una cuerda de asesinos, corruptos y mafiosos! ¿Cómo no puedes pensar que ellos no serían capaces de hacer algo así?

Cierro la boca.

—No solo serían capaces de hacer eso, sí no de mucho, mucho más —soy sincera—, lo que jamás creería es que Thalía haya formado parte de ello, y, aún así… creo que se necesita investigar más este asunto antes de dar un veredicto y juzgar a alguien cuando tal vez no tenga nada que ver…

—Thalía puede llegar a ser desesperante algunas veces pero sencillamente no la creo capaz de hacerle daño a nadie, en cambio a esas personas… ¡Ja! No me hacen falta dos dedos de frente para saber que cualquier persona que interfiera en su camino la desaparecen.

—¡Y no te estoy negando eso, solo que no podemos acusar y suponer sin pruebas!

—¡No los defiendas!

—¡No lo hago!

—¿Ahora qué sucede aquí?

Me quedo congelada cuando observo a Thalía bajo el umbral con una bandeja de galletas en sus manos, el olor llega hasta mí. Vainilla.

—Qué… ¿Qué haces aquí? —Preguntó con los nervios alterados.

Nicole está tensa y Thalía nos mira entre ambas con signos de confusión.

—Ah, eso, la fiesta me tenía aburrida, las busqué por todas partes pero no las encontré, así que decidí pedirle a Roman que me trajera.

—Espera, ¿Roman está aquí? —lo busco por la estancia.

Nicole gruñe frustrada.

—¿Me buscaban? —aparece por dónde vino Thalía con su típico tono coqueto, mueve su mandíbula saboreando lo que supongo son las galletas que Thalía tiene en sus manos.

—No, pero para nuestra desgracia estás aquí —responde borde Nicole. Roman ríe sarcástico.

—Me encantan tus muestras de amor, gruñona —le pica el ojo y ella rueda los suyos cruzada de brazos.

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