Capítulo 11: Vigilante

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Thalía

Hace un par de semanas atrás
Cabaña/ Canada.

En medio de la noche los sueños perturban y el frío cala mis huesos. Me remuevo de un lado a otro, buscando el calor que me falta y no logro hayar por más que las sábanas cubran mi cuerpo. Froto mis pies uno contra otro para hacer llegar el calor pero eso no sucede por más que lo intento. Abro mis ojos intentando adaptarlos a la oscuridad y un bostezo sale de mis labios.

Mis pies descalzos al tocar el suelo hacen que me encoja por el frío. Vuelvo a posarlos y agarró las sábanas dispuesta a bajar a la chimenea y recostarme en el mueble junto a ella.

Intento abrir la puerta de mi habitación intentando no hacer ruido pero apenas la voy abriendo está hace un chirriante sonido, la paró al instante y la abro con más lentitud.

¡Dios! estoy tan cansada. Por más que he dormido un poco pareciera que no hubiera dormido nada, el frío no me lo permitía lo suficiente

Medio adormilada y con los ojos entre-cerrados, pestañando por el cansancio me dirijo hacía el mueble frente a la chimenea y me sorprende que está siga con el fuego muy vivo.

Pongo la sábana y la almohada en el mueble estando detrás del respaldar y me dirijo a la cocina que se encuentra en penumbria.

Voy a encender la luz pero una figura en medio de la oscuridad me hace sobresaltar y caminar hacía atrás.

No me doy cuenta por dónde voy así que chocó con el mueble. La rapidez en la que iba me hace perder el equilibrio y caer por encima del mueble y llegar al suelo desde el otro lado.

La risa gurutural que escucho por lo bajo me hace subir la cabeza con disimulo y lo veo aún agachada en el suelo.

Se encuentra recostado en el arco de la cocina con un pote pequeño de chocolate y una cuchara en su mano. Su buen marcado y trabajado torso se encuentra al descubierto. Sus hombros se jamaquean con una pequeña risa mientras niega con la cabeza.

Se acerca hasta quedar frente a mí y agacharse hasta quedar su cabeza cerca a la mía. Me encuentro en la posición del perrito y solo con ese pensamiento hace que mis mejillas se ruboricen.

Su garganta hace un: Jum, Jum, mientras una sonrisa cerrada de lado surca sus labios.

Su mano levanta mí barbilla más hasta quedar su rostro más cerca del mío.

Su aliento se arremolina con el mío y sus labios rosan mi oreja en una caricia que me pone el vello de la nuca de punta.

—No sabes cuánto ansiaba esto —susurra con voz ronca.

Mi corazón se agita con rapidez en mi pecho y de repente me siento sin aire.

Intento levantarme y quitarme de esta posición pero su mano en mi hombro se posa y me lo prohíbe.

—No, no, no, Thalía. Te lo dejé pasar hace unas horas asumiendo que estabas cansada. Ahora no te libraras de mí.

Trago cuando se me forma un nudo en mí garganta y de repente me siento nerviosa. No me muevo de mi lugar aún cuando el se levanta en busca de algo, veo que lo encuentra y mis ojos se explayan al notar de que se trata.

Toma la cuchara y pasa su lengua por el chocolate y mis ojos se quedan cautivados en como la recorre y la recoje toda.

De repente hace calor, ¿No? Porque lo siento en cada parte de mi cuerpo dejando atrás ese frío que hace unos minutos me carcomía.

Se acerca a mí y tengo que levantar la cabeza para verle mejor.

—No te muevas —ordena y no hace falta que lo haga, simplemente ver su maravilloso cuerpo trabajado y el aura de dominio que lo rodea hace que mis piernas tiemblen—. Cierra los ojos

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