Cristhian.
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El viaje agotador y largo solo ha servido para torturarme la cabeza y con todas las posibilidades de lo que podría pasar con Elena en mi ausencia. Llegó un punto en el que tuve que obligarme a sacarla de mis pensamientos, porque era lo único en lo que hacía. Tendría que estar pensando en cosas importantes y yo estaba pensando en que su cabello ahora teñido de castaño lucía más oscuro en la raíz. ¡Me estoy volviendo loco!
Gracias al cielo el suplicio acabó y ahora me encuentro en el auto con los vidrios arriba ya que la lluvia azota las ventanas. Hawai me está recibiendo con un clima lluvioso y no podría estar más encantado, porque ver cómo las gotas gruesas caen y se estrellan me distrae de mis pensamientos que últimamente no son míos, le pertenecen a ella.
Un mensaje me llega y es Roman trayendome devuelta a la realidad.
Me enfoco en lo que debo y miró al frente, ahora con una nueva sonrisa impresa en el rostro. Hoy jugaré un poco.
Tal vez no tenga a quien quiero todavía, pero con la mujer me basta y me sobra para hacerlo salir de donde esté, y si salió de la isla deberá volver, porque de algo de lo que estoy seguro es que mi tío es muy debil cuando de otros se trata, mucho más si les tiene cariño.
Hago una pequeña parada y luego de treinta minutos llegamos; es una casa a una cierta distancia de la playa. Tiene palmeras a su alrededor y por fuera se ve muy acogedora. Salgo del coche y el agua me recibe. Escaneo todo. Las palmeras y los árboles; en la oscuridad de ellos enfoco a mis hombres ocultos.
Las dos camionetas que me siguen se detienes detrás de la mía, y es que no me quise traer a muchos ya que llamaría demasiado la atención y no es lo que quería.
Uno de mis voyevikis sale corriendo a mi encuentro con un paraguas protegiéndome de la lluvia y lo rechazó, no lo necesito y le doy rienda a mis pasos. Cada vez que camino el sonido del chapoteo se hace presente. Subo los pequeños escalones y no me molestó en tocar. Abro y la escena que me recibe me hace sonreír por dentro.
Tiene la cabeza gacha, arrodillada en media sala, la boca vendada y las manos atadas a su espalda.
Hay varios de mis hombres desplazados en la casa, todos ahora firmes y con su atención puesta en mí, atentos a cualquier orden que esté dispuesto a dar.
Observo a Román sentado a un lado de la escalera curvada. Está recostado con el tobillo en su rodilla totalmente relajado.
—Ya era hora de que aparecieras.
Eso parece capturar la atención de ella ya que su cuerpo luego de estar temblando continuamente se paraliza. Así, de golpe. Empieza a subir su rostro, despacio, como si temiera lo que sea que está por ver y… su rostro luego de estar en la incertidumbre pasa al miedo puro. Un miedo que se instala en sus ojos, en como su pecho sube y baja, en como no puede apartar la mirada de mí. Tiene terror, eso lo sé, y es que no todos los días te cruzas a alguien que mide dos metros.
Gracias a sus temblores me hace detallarla y darme cuenta de que está empapada, todo de ella lo está, y es que pareciera que la hubieran sacado a dar un paseo por la lluvia.
Enarco una ceja.
—Pensé que querría un baño fresco ya que no quiere hablar —se hace en presencia la voz de Roman con un encogimiento de hombros, confirmandome lo que ya estaba pensando.
—Lo intui. ¿Que has logrado sacarle? —vuelvo a mirarla y ella por fin aparta la mirada de mí con rabia.
—Nada que nos sirva.
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Adicción Irresistible
RandomLas mafias penden de un hilo. Un pacto de sangre olvidado resurge cuando el nuevo Boss de la mafia rusa busca lo que le pertenece por derecho, reavivando el fuego que había sido consumido en cenizas; pero las brasas siempre quedan, y solo bastó mira...