CAPÍTULO 29

436 32 16
                                    

Elena.

Me siento sofocada, tantas cosas en las que tengo que lidiar y no sé por dónde empezar.

No sé en qué punto mi vida se volvió un verdadero caos, pero simplemente sé que me tengo que mantener fuerte por más que intenten pisotearme.

Las cargas que cargo encima no son cualquier cosa, porque cuando creía que no podía tener más encima la vida me demuestra lo tan equivocada que puedo estar.

Brando y su obsesión con tenerme y la amenaza latente contra Nicole, mi padre y sus secretos, Cristhian y lo que estoy empezando a desarrollar por él a pesar de que no debo, no es lo correcto. Nicolas y Regina.

«Mierda»

Ya no sé si es mejor ahorcarme o seguir luchando.

Este jodido encierro me tiene harta, los cuatro días que he pasado dentro de estás paredes solo sirven para llevarme al fondo de la demencia y si no fuera por Thalía eso es lo que ya me hubiera sucedido.

Hemos hablado de todo y a la vez nada. Me encanta tenerla a mi lado, pero que Maxim haya decidido tan libremente y por propia voluntad traerla aquí solo me dice que las cosas no están bien entre ellos, y eso es algo que no ha querido contarme.

La observo desayunar con una gran sonrisa, pero simplemente yo lo veo en cámara lenta, la detallo; la forma en que se achinan sus ojos al sonreír, las leves bolsas que se forman bajo sus ojos y que intentó disimular con maquillaje, la forma en que se lleva el pan tostado a su boca y luego lo mastica. Está fingiendo, no cabe duda de eso, y sé que no se encuentra bien aunque quiera aparentar que sí.

La Sra. Mercedes no se da cuenta de nada, no la conoce, no tan bien como yo, y todo lo que mis alarmas me gritan es que está pasando por un momento en que no quiere hablar referente al tema y lo único que me queda es comprenderla.

—Elena —habla Thalía dirigiéndose a mí.

—Perdona, ¿Qué? —espabilo.

—Llevo hace unos segundos llamándote, ¿Estás bien? Te encuentras como ida.

—¡Ahh!, sí —le resto importancia con mi mano—. Nada del otro mundo.

—Es el encierro —se encoge de hombros Mercedes uniéndose a la conversación.

—No puedo negar eso —admito. Paso mis manos por mi rostro.

—Tranquila —Thalía me toma de las manos—. Saldremos de esta.

Le doy una pequeña sonrisa.

—Lo sé.

Se levanta, recoge su plato y se va al fregadero.

—Mercedes —pienso en como decir esto, pero necesito saber, y Mercedes ya me ha dejado claro que sí quiero saber algo que me deje de rodeos—, ¿Sabes algo de Cristhian?

Se escucha algo partirse y dirijo mi mirada rápidamente al lugar.

—¡Ay! No puede ser —chilla Thalía.

—¡Por Dios! —me acerco rápidamente hacia ella y Mercedes detrás de mí —. Déjame ver.

Inspeccionó su mano, se ha cortado con el plato que ahora se encuentra partido en el fregadero.

—Se me resbaló —gimotea cuando más sangre se empieza a deslizar por su herida.

—Traeré el botiquín —menciona Mercedes y se va a buscarlo.

—Ven, siéntate —la guío hasta el asiento, se sienta en el mientras se encuentra sujetando su mano herida. La sangre no deja de salir.

—Elena, es mucha sangre —su rostro se torna pálido.

Adicción Irresistible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora