Treinta

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                     Jungkook🥊

—Todavía no puedo creer que nos hayamos reencontrado luego de dieciséis años —dice Hyorin—. Y estudiamos incluso en la misma universidad. Es increíble.

—¿Ya patinabas desde ese momento? Me refiero a cuando tenías 6 años.

—Sí —asiente—. Comencé desde los cinco. ¿Y tú? ¿Cuándo comenzaste a boxear?

—Me gustaba el boxeo porque mi padre era boxeador —me limito a decir—. Cuando fui llevado al orfanato boxear fue lo único que me hizo despejar. Las madres de allí vieron lo mucho que me gustaba y me llevaban a aprender en centros dedicados a esto. Luego se intensificó más cuando el ahjussi me adoptó.

—¿Sigues yendo a peleas clandestinas? —pregunta observándome con curiosidad.

—No —confieso honestamente. Pero lo que me había propuesto aquel sujeto seguía en mi cabeza y creo que no lo iba a poder ignorar.

Ella asiente despacio y volvemos a quedar en silencio. Mi celular vibra y lo reviso leyendo los mensajes que estaban enviando los chicos acerca de la visita al orfanato la cual sería mañana y una idea pasa por mi cabeza. Guardo nuevamente el celular y miro a Hyorin; tardo unos segundos antes de preguntarle.

—¿Mañana estás libre? —pregunto y siento mi corazón latir con fuerza mientras espero una respuesta.

—¿Mañana? —me mira.

—Mis hermanos y yo iremos al orfanato. Solemos hacerles visitas a los niños y pasar tiempo con ellos. Me preguntaba si... quisieras venir.

—Oh.

Que diga que sí, que diga que sí, que diga que sí.

—Está bien —asiente a los pequeños minutos y reprimo mi felicidad.

Me sonríe y le devuelvo la sonrisa de igual forma.

Al final, hasta Yujin y Jimin quisieron ir al orfanato y siendo sincero la idea de que ellos nos acompañaran no me desagradó porque mientras más fuéramos mucho mejor; los niños estarían felices. Cuando nos regresamos a la universidad Jimin y yo esperamos hasta que las chicas entraran por completo a la residencia. Y una vez lo hacen, él tira uno de sus brazos por encima de mi cuello acercándome a él y haciendo que me incline un poco a su altura.

—¿Estás feliz, eh? —con su otra mano disponible revuelve y agita mi pelo.

—Suéltame —pido sin controlar una risita y lo empujo comenzando a caminar. Viene hacia mí enseguida.

—Solo mira esa cara de enamorado —burla—. Quien lo iba a decir ¿eh? Esa parte de que conocías a Hyorin desde los 6 años no me la contaste. Pero no me quejo, solo porque eres tú no me enojo.

Niego y él vuelve a tirar su brazo sobre mis hombros acercándome a él una vez más.

—Luego de ir al orfanato ¿cuál es el siguiente paso? ¿Invitarla a salir?

—¿De qué hablas? —lo empujo enseguida avergonzado y él me sigue.

—¡Deberías de haberlo hecho ya! Has esperado tanto tiempo.

—Eso no es asunto tuyo —lo miro y hace una mueca con gesto indignado.

Pero al momento comienza a golpearme y a empujarme de manera juguetona y bromista mientras me molesta con el asunto una vez más.

—Te diría algo como, más te vale que no le hagas daño —dice cuando entramos a nuestra habitación—. Pero como sé que no lo vas a hacer.... –hace una pequeña pausa–, aún así, espero verla solo sonreír porque si estás presente y llora en algún momento —me señala y luego simula un cuchillo con su dedo moviéndolo en línea recta frente a su cuello.

Burning Ice |𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora