CAPITULO 3 Aceptándolo.

160 17 3
                                    

Narrado por Bill.

Mentiría si digo que no pensé más en el tema y que logré dormir, porque no fue así. Me costó horrores dormirme y, sobre todo, dejar de pensar en ese niño. Lo peor es que lo había visto y ahora no me podía sacar la imagen de Kristen con ese bebé en brazos, meciéndolo, acariciándolo y hablándole.

Una cosa era segura, y eso es lo que he pensado toda la noche, Tom tiene razón. Si es mi hijo no puedo darle la espalda. No puedo simplemente hacer como si no existiera y negarlo. Además, y de eso estoy seguro, me arrepentiría en un futuro. Y lo haría porque en el fondo sería incapaz de hacer como si nada, pero como le dije a Tom, solté eso sin pensar, creyendo que era lo que él quería escuchar.

Sigo teniendo miedo, tampoco lo niego. ¿Cómo criar a un niño cuando yo y Kristen no somos pareja? ¿Cómo crecerá ese pequeño? ¿Qué sería Tom para él?

No podía más y necesitaba ver a ese pequeñín de nuevo, ver si me hacía sentir algo más, si... se parecía a mí.

Estaba ya en la tienda, en mi oficina. Tom y yo nos despertamos en silencio, pero pronto se rompió con sus caricias dándome el apoyo que necesitaba. Me trajo aquí y, cuando me dejó, me dijo que veríamos la manera de llevarlo lo mejor posible y que intentase no pensar, pero como no hacerlo.

– ¡¡Kate!! – llamé a mi compañera que apareció a los pocos segundos.

– Dime.

– Voy a hacer una vídeo llamada. Si necesitas algo me avisas, ¿vale?

– Tranquilo. De momento tengo todo controlado. – me guiñó el ojo y cerró la puerta de mi oficina.

Iba a hacerlo, tenía que hacerlo. Necesitaba ver si Kris estaba con ese niño de nuevo, confirmar lo que creíamos o, en su lugar, ver si estábamos en lo incorrecto. Tal vez estamos dando por sentado algo que no es y resulta que sí tiene una compañera y es su hijo.

Necesitaba pensar antes de hacerlo. ¿Estaba dispuesto a aceptarlo si era mío? Si. ¿A criarlo? También. ¿A dejar cosas por él? Por supuesto, incluso mi puesto de trabajo si debía cuidar de él. Lo quiero, quiero a ese niño. Es un pedacito de mí, un cachito de mi ser, por supuesto que quería a ese niño.

Decidido, abrí Skype y comprobé que Kristen estuviera conectada. Siempre lo estaba por su trabajo, así que significaba que estaría despierta. Había una diferencia horaria de tres horas donde estaba viviendo ahora. Estaba conectada así que, sin más, la llamé.

– Hola. ¡Que sorpresa! – primero la escuché y después la vi en la pantalla.

– Hola, rubia. ¿Cómo va todo? – no estaba en casa, estaba en su oficina.

– Bien, trabajando como puedes ver. – señaló alrededor. – ¿Y a qué se debe tu llamada a estas horas, tan temprano?

– Am. No tenía nada que hacer y te he visto en línea.

– Bueno, pues gracias por acordarte de mí para matar tu aburrimiento. – bromeó y sonrió. – ¿Me quieres decir algo? Te veo serio.

– No, no. Es solo que el finde ha sido un poco loco. Ya sabes. Ayer te echamos de menos en casa de mamá.

– ¡Ay! No me digas eso. Yo también os echo de menos, lo sabes. Pero el deber es el deber.

– Si. Oye, por qué... ¿Por qué no le pides a mamá que te arregle unos días y te vienes?

– No es tan fácil. Te lo he dicho muchas veces. Hay mucho trabajo aquí y no... – le corté.

– Sabes que, si quieres, podrías venir. – agachó la mirada. – No quieres venir, ¿no?

Mentiras en la red 2 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora