CAPITULO 19 El pasado vuelve.

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Narrado por Tom.

Colgué la llamada y me quedé mirando el móvil. Se suponía que no teníamos que hablarnos así, como siempre, como si nada pasara. Teníamos que intentar actuar como... hermanos. ¿Pero a quién intento engañar? Eso era imposible. Y, además, necesitaba oír decir esas palabras para poder dormir. Yo también estuve tanteando el móvil antes de que él me escribiera, pero se me adelantó. Esto era muy difícil y apenas era el primer día. Y además... esta cama me recordaba tanto a él. La primera vez fue aquí...

El día pasó lento a pesar de que dormí, o al menos lo intentaba, porque me despertaba a cada rato.

Dejé el móvil en la mesilla y largué un suspiro. Tendría que dormir algo si mañana no quería que Georg y Gustav me bombardearan a preguntas nada más verme.

Desperté con la alarma del móvil como siempre. Lo busqué con los ojos cerrados y, cuando apenas me desperté del todo, me acordé dónde estaba. Mierda. Me arreglé buscando mi traje en la maleta, todavía ni los había sacado. Estaba algo arrugado, pero me dio igual. Entré al baño, me lavé la cara y me peiné recogiéndome el pelo como siempre. Me miré una vez más en el espejo, no iba a pasar desapercibido. Tenía unas ojeras que daban miedo, en mi vida me he visto tan mal. Vi una bolsa y el maquillaje de mi madre. ¿Por qué no? Me pregunté. Miré y busqué algo que me sirviera, no estaba seguro de lo que estaba buscando ni lo que ahí había. Vi una barra color carne, y me acordé de que eso era lo que Bill usaba para tapárselas cuando se maquillaba, así que decidido, lo cogí. Me miré en el espejo y lo pasé por debajo de mis ojos extendiéndolo un poco con mis dedos. No se notaba y las ojeras habían desaparecido. Bien.

Bajé a desayunar, para mi sorpresa mamá estaba ahí. Sentada frente a un vaso de café con su bata y su pijama debajo. Era demasiado pronto y no esperaba encontrarla, la verdad.

– Buenos días. – la saludé sentándome frente a ella, ya tenía mi café esperándome.

– Hola, hijo. Espero que esté a tu gusto. – bebí y asentí, estaba perfecto. – ¿Cómo te sientes?

– Bueno... al menos pude dormir durante la noche.

– ¿Hablaste con Bill? Te oí hablar con alguien.

– Si. No podía dormir y me llamó. – la miré y frunció el ceño.

– Tom, ¿te has maquillado? – destensó el gesto y me sonrió.

– Bueno... em... la verdad es que sí. Solo un poco las ojeras y eso... – me apresuré a explicarle. – No quiero que nada más que me vean en el restaurante me pregunten qué me pasa. – asintió sin decir nada más.

Seguimos tomando el café en silencio y comiendo alguna magdalena. De algún modo tendría que decírselo a los chicos, a Georg y, sobre todo, a Gustav. Ya que Gus es amigo de Bill, tal vez le sea de más apoyo que Dereck.

– Bueno, ya me voy. – dije levantándome y dando el último sorbo al café.

– Espera. – se levantó y se puso delante de mí. Me restregó un poco el maquillaje ese.

– Así mejor. – me dedicó una sonrisa y me dio un beso en la mejilla. – ¿Te espero para comer?

– No. Tranquila. Comeré allí. Hasta las nueve de la noche no salgo.

– Bien. Hasta la noche entonces, hijo.

Salí de casa y, antes de montar al coche, mi móvil vibro. Entré dentro y antes de arrancar lo miré. Era un mensaje de Bill.

"Buenos días. ¿Conseguiste descansar? Me preguntaba si querías comer juntos. Puedo pasarme al restaurante y... No puedo estar así, necesito verte, Tom."

Mentiras en la red 2 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora