CAPITULO 9 Sin despedirse.

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Narrado por Bill.

La semana pasó volando. No teníamos tiempo para nada, ni siquiera nos habíamos acercado entre Tom y yo. Me refiero a nuestra intimidad. Todo nuestro tiempo libre iba para Alex, el mío, incluso, cuando trabajaba. Pero me sentía bien. Quiero decir, no me arrepentía de tener al niño conmigo. Es más, quería que esto durara así para siempre. Tom y yo nos estábamos acostumbrando y aprendiendo los horarios de mi pequeño, así que más o menos, ya sabíamos cuando podíamos aprovechar para estar juntos.

Y en eso estábamos ahora mismo mientras mi pequeño príncipe dormía en su carrito, junto al sofá.

– Mmm...

– ¿Sabes lo bueno de... esto? – me dijo Tom entre besos a la vez que se movía sobre mí. Un gemido se me escapó cuando quería contestarle. – Que te tengo más ganas que nunca.

Le cogí de las mejillas y le besé para callarle. Estaba a punto... solo un poco más y...

– ¡Oh! Joder, amor...

– Un... un poco más ... – Tom todavía seguía moviéndose, tan deprisa que me estaba volviendo loco. – Mmm... – cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás. Siempre le miraba cuando llegaba al orgasmo, su expresión era tan... pornográfica. – Como te quiero.

Se dejó caer a mi lado y le besé una vez más antes de acurrucarme en su pecho.

– ¿A qué hora le dijiste a Kristen que iríamos?

– Sobre las tres o así, después de comer.

Era sábado y a Kris le dieron el alta ayer, solo que con el poco tiempo que nosotros teníamos, ella misma decidió quedarse un día más para salir hoy y que ambos tuviéramos el día más tranquilo.

Kris se había recuperado muy bien. Solo que seguía con mareos repentinos. Por eso habíamos decidido que se quedara en casa un tiempo. En nuestra casa. Dereck nos dejaría un colchón que lo pondríamos en el salón de algún modo moviendo los sofás. Tom y yo dormiríamos ahí y así Kristen lo haría más cómoda en nuestra cama. No queríamos arriesgarnos a que esos dos volvieran a cogerla desprevenida y fuera mucho peor, así que aquí estaría a salvo. Ellos no saben dónde vivimos y Dereck podría estar con ella mientras nosotros trabajamos, y a la vez, podría cuidar del niño.

Y justo eso era a lo que tenía miedo de nuevo. Con Kristen recuperada no sabía que vendría ahora. Si ella quería volver a irse y llevarse al pequeño con ella. No habíamos hablado del tema todavía, pero ya tenía pensado hacerlo, y cuanto antes mejor.

Al menos una cosa tenía ya, y es que por fin era su padre legalmente, así que no podría quitármelo. Tom habló con ella y no se negó a firmar los papeles. En cuestión de cuatro días, Alex era mi hijo allí donde fuera o estuviera.

Comimos después de quedarnos dormidos y ser despertados por los lloros de mi pequeño que reclamaba su biberón. Tom lo preparó y se lo dio mientras yo cociné algo.

A Tom se le daba bien cuidar de él, además, se reía más con él que conmigo. A veces, cuando lloraba, bastaba con que le diera un pequeño beso en la mejilla, y Alex, al sentir el cosquilleo de la barba de Tom, callaba. Por eso cuando el niño cogía berrinches, automáticamente llamaba a Tom para que se hiciera cargo.

Tom era el perfecto para callar sus lloros y mis brazos lo eran para dormirle. Hacíamos el equipo perfecto.

– Tom. – lo llamé mientras revisaba por segunda vez la carta donde ponía que el niño era legalmente mi hijo. – ¿No te parece algo extraño esto? – Tom se colocó a mi lado y le señalé dónde ponía los datos del niño, nombre, apellidos, fecha de nacimiento y número de identidad. Concretamente señalé en los apellidos.

Mentiras en la red 2 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora