CAPITULO 5 Descubriendo la verdad.

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Narrado por Tom.

Bill se estaba cayendo del sueño, tal como esperaba. Así que le acompañé a la cama mientras Dereck y Kristen hablaban, bueno, cruzaban palabras sueltas. La cena creo que fue la peor cena de mi vida. La tensión era más que evidente. Bill y Kristen no levantaban la mirada del plato, Dereck analizaba a Kristen y yo me controlaba para no dar cuatro gritos.

– Descansa, ¿vale? Dereck se quedará contigo. Yo dejo a Kristen y vuelvo. – le susurré.

– Vale, pero en cuanto vengas despiértame con lo que sepas.

– Lo haré. – me incliné y le dejé un beso en la frente. Ya había cerrado los ojos. Y apuesto que, antes de salir por la puerta, está más que dormido.

Cogí mi chaqueta, las llaves y la cartera por si acaso.

– Vamos.

– Puedo ir sola, de verdad, Tom. No hace falta que me acompañes.

– No me importa. Lo sabes. Y a esta hora no vas a conseguir ningún taxi.

– Esta bien.

– Dereck, cuídalo.

– Descuida.

Salimos del edificio bajando al garaje para coger mi coche. Kristen iba en silencio.

– Bueno, si no me dices dónde te llevo, puedo estar dando vueltas toda la noche por la ciudad.

– Es... el hotel que está frente donde trabajas.

Sabía dónde estaba así que, sin más, me puse en camino. Decidí no hablar hasta llegar allí. Kristen estaba con el móvil mandando mensajes, sonada cada dos por tres, tal vez estaba hablando con la persona con la que habló en el baño.

No sé cómo, pero tenía que sacárselo. Por Bill que lo haría.

Llegamos a la puerta del hotel, me extrañó que no se bajara del coche, pero tampoco decía nada, así que decidí hablar.

– Kris. Siempre te he apoyado en todo. No me dejes fuera de esto ahora, ahora menos que nunca. Por favor te lo pido. No voy a reprocharte nada, solo quiero entenderte y hacer lo mejor para todos.

– Lo sé. – dijo con un hilo de voz apenas audible. – Yo... tengo miedo. – giró la cabeza a la ventanilla evitando que le viera a la cara.

– Siempre he estado contigo, ¿no? Sabes que puedes confiar en mí. – la vi asentir y morderse las uñas.

– ¿Quieres... subir? – no sabía muy bien que decir y menos que esperar en esa habitación. ¿Estaría ahí el niño?

– Bien. – suspiré dándome ánimos a mí mismo sobre lo que pudiera encontrarme, contarme o no sé. – Vamos.

Creo que tal como dije esas palabras se arrepintió de haberme invitado a subir. Me miró aterrada. Conocía esa mirada de sobras. Bajé del coche y le abrí su puerta ya que ella no bajaba. Me miró por unos segundos y bajó del coche acomodándose el bolso en su hombro.

Estaba tan cambiada.

Entramos al hotel saludando al recepcionista. Subimos al ascensor y apretó el cuarto piso. Suspiró y me miró.

– Solo te pido que me entiendas o al menos lo intentes.

– Lo haré. – le dije sin más.

El ascensor llegó a la planta y caminamos por el largo pasillo hasta el final de este. Última puerta a la derecha. Ella iba delante.

– Espérame un segundo, por favor.

Asentí, ella entró en la habitación y cerró la puerta. No sé qué significaba esto, pero tenía que armarme de paciencia para saber qué era lo que estaba pasando.

Mentiras en la red 2 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora