CAPITULO 25 Vuelve a mí.

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Narrado por Bill.

Me quedé mirando el móvil, limpiando mis lágrimas con el reverso de mi mano. Tom...

Salí. Tenía que salir de ahí. Ya llevaba un buen rato encerrado y necesitaba aire, salir de este apestoso baño. Cuando me puse de pie, oí mi nombre.

– ¿Gus?

– ¿Bill? ¿Qué coño haces? Llevas media hora aquí. – abrí la puerta y salí tambaleándome, mirando al frente. Intenté fijar la vista, pero... era imposible. Veía dos Gustav. ¿Gemelos? – Ey, ¿estás bien? ¿Has llorado?

– ¿Eh? No. Sí. No lo sé. No me encuentro bien.

– Vamos a buscar a Georg y nos vamos a casa. Vas muy ciego, tío.

Tom, Tom, Tom... No se me iba de la cabeza. No sé por dónde caminaba, ni la música que sonaba, ni mucho menos quienes eran los que estaban a mi alrededor. Solo pensaba en él. Quería verlo. Necesitaba verlo, que me abrazara, que me dijera que todo iba bien, que estaba a mi lado para nunca más irse. Le necesito. Le necesito ya.

Seguíamos caminando por ese lugar, solo sé que a mi lado estaba Gustav sujetándome del brazo. ¿Dónde me llevaba? No lo se. Solo me dejaba ser arrastrado. Vi una silueta, pelo largo recogido, Tom.

Me solté bruscamente de Gustav y fui hacia él. Si. Había venido. Lo sabía. Estaba aquí, conmigo. Nunca me iba a dejar. Oía mi nombre a gritos a mi espalda, pero no me detuve, no podía. Era Tom. Quería llegar a él.

– ¡¡Tom!! – le toqué el hombro con ansias de verle, de saltar sobre él. De decirle que le quería y que volviéramos a casa, pero...

– ¿Perdona? No me llamo Tom, precioso. Pero si quieres que pasemos una buena noche...

No... No era él. ¿Tom, dónde estás?

Sentí que me agarraban fuerte del brazo y volvían a tirar de mí, ya no sé si era Gustav o Tom... no lo se. Solo me dejé llevar. Sin pensar en nada. Sin mirar nada. La cabeza me daba vueltas. Me sentía como la mierda. Solo quería irme a casa, o a cualquier lado, dormir, descansar. Solo... ¿Dónde estaba?

Sentí un fuerte golpe en mi espalda que me hizo cerrar los ojos del dolor que sentí, y después noté algo sobre mis labios, me estaban besando. No... Forcejeé, pero no pude hacer nada. Cogieron mis manos poniéndolas a lo alto contra la pared. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién me estaba besando? ¿Por qué no me soltaban?

Oí un grito. Un fuerte grito que venía de alguna parte. De repente caí al suelo. Sentado. Intentaba mirar a mi alrededor, saber qué era lo que estaba pasando, pero no podía ver más que dos sombras en el suelo, gritos... y más gritos...

– ¡¡Bill!! – ni siquiera podía enfocar la vista. – Bill, joder. – cogieron de mis mejillas, alguien estaba frente a mí, pero no sé quién era. – ¡¡Georg!! ¡Joder, ayúdame!

– ¿Geo? – dije como pude.

– Si, soy yo. Vamos a casa, Bill. Ya has tenido suficiente cumpleaños.

Me levantaron del suelo, alguien me sujetaba y menos mal, porque no sentía mis piernas, sentía caerme. No podía caminar. Ni enfocar la vista. Ni hablar claramente.

– Tom, déjalo ya, coño. Está inconsciente. Vamos a llevarlo a casa.

¿Tom? ¿Había oído bien? ¿Tom? Pero, ¿dónde estaba? No podía verlo por más que miré a todos los lados.

– ¿Tom?

– Dejarme un momento con él. Intentaré que vomite.

Sentí como me pasaban a otros brazos, como un muñeco. De brazo en brazo, no se ya quien estaba a mi lado ni quien me sujetaba. Alcé los brazos, agarrándome de ese cuerpo. Olía a Tom, su aroma, su perfume. Tom...

Mentiras en la red 2 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora